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¿Pudiera ser la Isla de Pinos la famosa Isla del Tesoro de la novela de Robert Louis Stevenson?

A los cubanos les gusta creer que la famosa ínsula en que se desarrolla la trama de la novela “La isla del tesoro” del escritor escocés Robert Louis Stevenson es la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) al sur de Cuba. Algunos incluso están totalmente convencidos. Arguyen a favor de esta teoría la larga relación de la Isla de Pinos con la piratería e, incluso, creen observar similitudes entre el mapa de Billy Jones y la geografía local.



Lo cierto es, que más allá de algunas coincidencias, – por demás muy comunes en otras islas del Mar Caribe, que fue por excelencia un mar de piratas – no parece haber sido Isla de Pinos la ínsula que inspirara al escritor británico. Según sus biógrafos la famosa “Isla del tesoro” se encontraría mucho más al noreste, a la altura de las llamadas Islas Vírgenes Británicas, que Stevenson conocía por referencias de un tío suyo que había sido marinero.

Isla de Pinos, por su parte sí tuvo mucho que ver con la piratería de verdad, no con la novelesca. Abandonada por España, que en 300 años no sembró ni una mata de mango, se convirtió en el refugio preferido de toda la gente de mala vida del Mar Caribe.

El famoso corsario inglés Sir Francis Drake fue uno de los que exploró Isla de Pinos

En sus rías y caletas se refugiaron corsarios, bucaneros y piratas que carenaron sus navíos y utilizaron la madera de sus bosques para reparar sus naves. De paso, mataron a los pocos indios que poblaban el territorio o se los llevaron a la fuerza para venderlos como esclavos.

Los primeros corsarios de fama que arribaron a Isla de Pinos fueron los héroes navales ingleses John Hawkins y Francis Drake, quienes penetraron en el río Júcaro, prosiguiendo luego hasta el lugar donde luego se asentaría Santa Fe y remontando el río Casas para visitar, finalmente, la playa de Colombo.

Henry Morgan, el audaz pirata inglés, también acostumbraba a refugiarse en la Gran Ensenada de Siguanea, en ruta de Jamaica, lugar de sus fechorías.

Por su parte, el francés David “El Olonés”, que fue malo, malísimo, incluso en el ranking pirata acostumbraba establecer campamento permanente en Isla de Pinos, al pie de unas lomas que por mucho tiempo se reflejaron en los mapas antiguos como “Del Olonés”.

El Olonés fue uno de los piratas que sembró el terror en Isla de Pinos

Rock “El Brasiliano”, Cornelio “Pata de Palo” y otros muchos malechores se refugiaron en Isla de Pinos o la tomaron como base de operaciones. El último de ellos fue Pepe el Mallorquín, quien en fecha tan tardía como 1822 llegó a ocuparla con sus hombres. Fue necesaria la intervención de Inglaterra, antigua reina de la piratería y ahora enemiga jurada de la misma, para pacificar Isla de Pinos y espulgarla de la gente de mala vida.

Al final los bucaneros y los piratas dieron paso a los honrados labradores y la Isla de Pinos dejó atrás más de 300 años de historia tormentosa.

Hoy para la mayoría queda claro que la Isla de Pinos no fue la vedadera Isla del Tesoro, epíteto que le endilgaron en la República y que tuvo que ver mucho más con intereses turísticos que verdades históricas. Sin embargo la infinita lista de corsarios, bucaneros, piratas y maleantes de todo tipo que desanduvieron su geografía hace perfectamente posible que sus playas, montes y ciénagas escondan más de un fortuna enterrada.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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