Gertrudis Gómez de Avellaneda: Fama, pasiones y tragedias
lunes, 29 de julio de 2019
La literatura cubana es rica en virtuosas escritoras. Una de ellas es Gertrudis Gómez de Avellaneda, mujer marcada por el sagaz talento y la pasión.
Pero también por el halo de soledad y tragiquismo que suele acompañar a los seres geniales.
Tula, apodo con el cual se le conoce en Cuba, o La Peregrina, seudónimo que empleó para publicar sus obras en España, nació en Camagüey en marzo de 1814.
Con 22 años Gertrudis Gómez de Avellaneda, se trasladó a España y si bien allí publicó la mayor parte de su obra, es indiscutible la huella cubana que la marcó.
El valor de sus creaciones es tal que se considera la primera escritora de habla hispana del siglo XIX y cuentan los cronistas que, con ánimo de halagarla, algún acérrimo machista de la época dijo de ella: “Es mucho hombre esa mujer”.
Tula no se puede enmarcar en un género literario en particular.
Escribió relevantes obras de teatro como Baltasar; novelas como Sab, la primera inspirada en la esclavitud; o leyendas como El aura blanca, basada en la historia de un cura camagüeyano que consagró su vida al cuidado de los enfermos de lepra.
En el campo de la lírica se le debe la creación del verso de trece sílabas.
Por éxitos como estos mereció la notable cubana un sillón en la Real Academia de la Lengua Española, al cual no pudo acceder por su condición de mujer.
Su fama llegó a tal punto que los reyes de España fueron los padrinos de su boda con un coronel español.
A este matrimonio le antecedieron varios fracasos e incluso la viudez; también la pérdida de su única hija con tan solo siete meses.
Después de enviudar nuevamente, Gertrudis Gómez de Avellaneda dedicó los últimos años de su vida a realizar obras de caridad en Sevilla, donde murió en 1873 en el más completo abandono.
Solo seis escritores asistieron a su entierro.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Archivo TodoCuba
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