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Valle del Yumurí, un paisaje sin igual bendecido por la madre naturaleza

El Valle del Yumurí ha inspirado a generaciones de poetas matanceros que han caído rendidos ante su belleza sin igual. Junto con el Pan y las Cuevas de Bellamar, conforma la trilogía divina  que rodea la Atenas de Cuba y la convierte en una de las ciudades más bellas de Cuba.



Habitado por los aborígenes cubanos desde mucho antes de la llegada de los colonizadores españoles, el Valle del yumurí esconde numerosas leyendas:

Su propio nombre, aseguran, se debe a una reina india que se precipitó desde las alturas de una quebrada al abismo mientras gritaba: ¡Yu… murí!, imitando al castellano (¡Yo muero!); una forma trágica de dejarles claro a los conquistadores ibéricos que prefería inmolarse a vivir una vida esclava.

De ser cierto, el grito de la indiana parece haber calado muy hondo en los españoles, hasta el punto de perdurar como nombre geográfico del hermoso valle. Sin embargo, existen otras versiones sobre el origen del toponímico, todas vinculadas a los aborígenes que habitaban el lugar y su encuentro con los conquistadores iberos.

El Valle del Yumurí ha inspirado a generaciones de poetas matanceros que han caído rendidos ante su belleza sin igual

Todas esas leyendas, asegura el historiador de Matanzas, Ercilio Vento Canosa, son muy lindas de evocar, pero ninguna tiene un basamento real en la mitología indocubana, sino que, más bien, son creaciones posteriores. Para él el nombre de Yumurí se atiene a la lexicografía antillana aborigen y es meramente descriptivo: “Yu”, significa blanco y “ari”, río. Es decir, río Blanco.

Pero, más allá del origen del nombre, el Valle del Yumurí es un lugar mágico que recibe a los que arriban a la ciudad de Matanzas por la zona norte. Particularmente hermosa es el Abra del Yumurí, en la que la montaña partida en dos permite el paso de uno de los ríos que nace en el Pan y muere en Matanzas.

Para contemplar en todo su esplendor el Valle del Yumurí no hay nada mejor que viajar en el tren de Hershey a través de la llanura Habana – Matanzas. Desgraciadamente el museo rodante que representa el tren de Hershey ha venido confrontando numerosos contratiempos y hace mucho que no rinde viaje en Matanzas.

Otra vista privilegiada, esta desde la altura es la que se logra desde el mirador del Puente de Bacunayagua que une a las provincias de Mayabeque y Matanzas. Las tierras que se encuentran debajo fueron cultivadas por siglos, pero hoy se encuentran casi abandonadas, casi deforestadas, con abundante marabú y asentamientos ilegales.

A pesar de eso, los que llegan al puente no pueden evitar descender, observar extasiados el valle y reconocer que están ante uno de los paisajes más bellos del mundo.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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