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La increíble historia del vendedor de caramelos que predijo el paso de un ciclón en Cuba

A finales de la década de 1888 la meca de la Meteorología se encontraba en La Habana. El padre Benito Viñes, director del Colegio de Belén, era considerado uno de los hombres más sabios en este campo y sus pronósticos se publicaban a diario en los principales periódicos de la ciudad. Sin embargo, sería un aficionado al arte de predecir ciclones, Mariano Faniqueto Gómez que se ganaba la vida vendiendo caramelos en Guanabacoa quien daría el “palo de su vida” al pronosticar, contra el criterio del Observatorio de Belén, que el ciclón de septiembre de ese año tocaría territorio cubano y acabaría con la quinta y con los mangos.



Faniqueto, aunque se dedicaba a vender caramelos de forma ambulante, no era ningún improvisado en el arte de la Meteorología. Había leído una y otra vez las investigaciones del padre Viñes y montado su propio “observatorio” en la cima de la Loma de la Cruz, en las afueras de su pueblo.

El simpático caramelero no hubiese trascendido nunca del ámbito guanabacoense si no hubiese sido porque un periodista habanero se hizo eco de su opinión discordante sobre la trayectoria del poderoso ciclón que, según el Observatorio de Belén, pasaría al norte de Cuba sin peligro para la Isla; y según la suya, impactaría la costa norte del país.

La tormenta tropical se había formado a mediados de agosto al nordeste de las Antillas menores y comenzó a moverse con rumbo oeste. Asoló Puerto Rico con vientos superiores a los 215 km por hora, sin embargo, el Observatorio de Belén juzgó que no representaba peligro alguno para Cuba, porque, de acuerdo a las “Leyes de Viñes” no se concebía que un huracán pudiera bajar en latitud, lo que lo llevaba al norte de la Isla.

Sin embargo, el caramelero Faniqueto, se dio cuenta, desde su “observatorio”, siguiendo esas mismas leyes que algo raro estaba ocurriendo con ese huracán y, que no sólo, bajaría de latitud, sino que también impactaría la costa norte del país, donde ninguna providencia se había tomado por parte de las autoridades, confiadas en los partes del observatorio. Hizo su pronóstico, contrario al del padre Viñes, y un periodista lo publicó.

En efecto, el huracán, al transitar por aguas al norte del oriente de Cuba fue afectado por un anticiclón que tenía su centro al noroeste de Cuba y cambió su rumbo hacia el oeste – suroeste, tocando territorio cubano por un punto cercano a Caibarién en el centro del país. Después devastaría las provincias de Las Villas, Matanzas, La Habana y Pinar del Río.

A lo largo de su recorrido causó más de 600 muertos entre los desprevenidos habitantes de la Isla que habían restado importancia al meteoro, confiados en que pasaría al norte de Cuba.

El fiasco del Observatorio de Belén elevó al caramelero de Guanabacoa a figura de renombre nacional. Desde entonces la prensa habanera publicó a diario sus pronósticos junto a los del Observatorio de Belén (que en justicia, fue la única vez que se equivocó) y el gran huracán de septiembre de 1888 pasó a la historia como el “Ciclón de Faniqueto”.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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