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Échale salsita

Conoce de donde salió la famosa frase «échale salsita»

Hay leyendas que pasan de generación en generación y quedan en el imaginario popular más allá de las épocas; así sucedió con Échale salsita. En el kilómetro 51 de la Carretera Central se encuentra Catalina de Güines, un pueblo pequeño en geografía pero inmenso por el encanto de su historia. Allí sobrevive el restaurante El Congo, construido en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y que revolucionó los conceptos arquitectónicos para edificaciones gastronómicas de su tipo. Debe su nombre a Guillermo Armenteros, más conocido por El Congo, una figura que perdura inconmovible en el tiempo y en la memoria de quienes lo conocieron.



La prosperidad del pueblo  de Catalina de Güines dependió en sus inicios de las fértiles tierras que siempre han caracterizado a la región con el cultivo de caña que abastecía a ingenios azucareros de la zona, tabaco, café y viandas para el consumo. La llegada del ferrocarril en 1858 y después en la década de 1930 de la Carretera Central, justo en su kilómetro 52, le dio un considerable desarrollo al pueblo.

Échale salsita
Échale salsita

Si se escucha bien, al caminar por las calles de Catalina de Güines, sigue intacta la voz inconfundible de un hombre de raza negra que pregona el plato que le dio fama. El Congo es recordado en su tierra como una persona afable y solidaria; sencillamente, un hombre de pueblo que inspiró la composición de uno de los sones más auténticos de la cancionística cubana: “Échale salsita”.

Y fue precisamente porque en los años 30 otro suceso lanzó a Catalina de Güines a planos internacionales. El Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro compuso una canción en honor a Las Butifarras del Congo, las más sabrosas del mundo al compás de “¡échale salsita!”.

Un viaje a cualquiera de los municipios cercanos a lo que ahora es la gran ciudad de La Habana era toda una aventura.  Así cogieron fama algunos lugares que se hicieron populares por sus ofertas gastronómicas de calidad.  Igual que ocurrió con otros pueblos cercanos a La Habana, como fue el caso de los panqués de un poblado llamado Jamaica, en la entrada de San José de Las Lajas,  los panes y dulces de Los Pinos Nuevos de Bejucal, y las butifarras de  El Congo, en Catalina de Güines se consagraron como un lugar gastronómico que valía la pena visitar.

El congo

Muchos, después de disfrutar de una fiesta y quizás para reponerse de algunos tragos de más, viajaban hasta Catalina para rematar una madrugada de juerga con una sabrosa comida criolla en El Congo.

El Congo tenía fama de ser cordial, pero su popularidad no solo fue por tener buen corazón, sino por la receta especial con que hacía las butifarras más famosas de la región, y quizás hasta de Cuba. En su timbiriche, ubicado en una céntrica esquina de Catalina, vendía el conocido plato elaborado a base de carnes, que pronto ganó la aceptación de pobladores y viajeros que circulaban por la Carretera Central.

Desde esa época la fama de aquella comida era extraordinaria, personas de todas partes venían a degustar de los famosos embutidos, gente de la carretera, de la ciudad, y también extranjeros que venían detrás de las butifarras de El Congo.

La especialidad que lo hizo famoso fue la butifarra, que preparaba con cerdo y una sazón muy propia, de forma que la hizo inigualable. A El Congo se refiere Piñeiro cuando dice en su son: “En Catalina me encontré lo no pensado, la voz de aquel que pregonaba así: “Échale salsita!” Esta última frase fue la que se convirtió en sabroso estribillo.

Pero el negocio de El Congo prosperó de igual forma que otros que han proliferado en otras partes, y que han logrado el éxito y la popularidad precisamente por lo poco convencional de su oferta o por la personalidad de los que lo regentean. Aquel modesto puesto se transformó en un restaurante moderno, el lugar más importante del pueblo. Por allí pasaban los viajeros en ómnibus o en autos y se detenían a comer. El Congo se convirtió en un lugar típico, como La Bodeguita del Medio, en La Habana, o La Casa de Pedro el Cojo, en Santiago de Cuba.

Cuenta la leyenda popular que un día el afamado sonero cubano Ignacio Piñeiro conoció a El Congo, y probó además sus butifarras. Aquel día pasó a la historia, pues surgió la idea de hacer un son que le dio la vuelta al mundo con su estribillo pegajoso: “Échale salsita”.

Dicen que en 1933, Ignacio Piñeiro fue a presentarse a un baile en un salón del pueblo, y al estar allí conoció al vendedor de las renombradas butifarras. Entonces escuchó el pregón y se acercó al comerciante. En esa ocasión solo entonó el estribillo de lo que más tarde sería el son “Échale salsita”. La trascendencia de la figura pintoresca de un vendedor ambulante como El Congo, no solo se debe a la magia en su receta, sino a la huella que dejó en la música cubana. En Catalina sigue viva la estampa de aquel negro amistoso, descendiente de esclavos, quien pregonaba con gracia especial sus butifarras; y después Ignacio Piñeiro en un son, inmortalizó la leyenda, aún contada con fervor en las esquinas del pueblo.

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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