fbpx

El Estadio Latinoamericano, una leyenda del espíritu beisbolero cubano

El Estadio Latinoamericano o Coloso del Cerro no es sólo el más importante estadio de béisbol en esta Isla, es una leyenda del cubano espíritu. Desde la década del 40 y las Grandes Ligas hasta los play off de nuestras Series Nacionales se ha ido tejiendo una historia incontable que no sólo implica a los grandes peloteros, impresionantes jugadas, o espectaculares desenlaces que han quedado en la memoria del pueblo. El Latino tiene una atmósfera en su fanaticada que le hace el más codiciado terreno para jugar pelota.



Es como si el público que asiste fuera el mismo siempre; de boca en boca, de generación en generación, se reescribe en cada partido todo lo ocurrido allí, como si el graderío fuese un cerebro que graba lo que vive y pudiese luego extraer cualquier recuerdo y revivirlo.

Uno llega, elige un asiento y, cualquiera que sea, queda en el centro de múltiples discusiones. Lo mismo puede escuchar a alguien relatando   —cual si hubiese ocurrido ayer— la noche en que Changa Mederos dio 21 ponches, o la tarde lluviosa en que Marquetti le sacó la bola a Rogelio García por los 340 entre right y center para darle el campeonato a los Industriales dejando al campo a los pativerdes, o uno que se remonta a las jugadas de Willy Miranda —tras un fildeo de Germán Mesa— o a los lanzamientos de Adolfo Luque ante un strike de 98 millas de Maels Rodríguez.

El tiempo no existe, está condensado en esa neblina que dan las luces nocturnas y se esparce por las bocas como si este juego de hoy contuviera los miles de juegos que allí se han efectuado.

A este misterio contribuyen muchas cosas. En cada aficionado que asiste al estadio va el padre o el abuelo que ya murió —pero quién nos quita relatos y memorias desde aquel primer día en que nos llevaron de la mano como a un santuario al que nuestra niñez debía profesar el más apasionado culto—y uno termina atravesando el enrejado del Coloso escoltado por muchísimos fantasmas.

Así que cuando uno oye la frase asegurando que se llenó el Latino, no debe pensarse que estaban allí sólo las 55 mil personas que físicamente caben, cada aficionado lleva a cuesta a los suyos (familiares, parientes, amigos, que no están pero están).

Por otra parte, está el encanto de la rivalidad del mismo público. Como la capital está habitada por seres de todas las provincias del país, los fanáticos y fantasmas de todas las provincias del país confluyen en el Coloso. De ahí que un juego Santiago-Industriales convierta al graderío en una caldera dividida en dos: del home hacia tercera base (banco del equipo de casa) el público capitalino; del home hacia la banda de primera (banco del equipo visitante) el público de las provincias orientales.

Así que en un juego de play off  en el Latino es como asistir por adelantado al día del Juicio Final que nos cuenta la Biblia. Suenan las trompetas (en este caso las chinas de la conga santiaguera por un lado, las de la orquesta y la sirena industrialistas por el otro), y es como si el ángel del béisbol rompiera el séptimo sello: se alzan grandes voces hacia el cielo ante cada strike, cada batazo, con una furia que levanta al graderío en un bramido ciclópeo que se escucha en varios kilómetros a la redonda.

Otros articulos que te pueden interesar:

Conozca los 16 estadios de baseball en que se juega la Serie Nacional en Cuba

Un animador imprescindible en la historia del Béisbol Cubano

Conoce el santuario del beisbol cubano

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba