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Lo cierto y lo falso tras la leyenda de La Giraldilla, símbolo de La Habana

La Giraldilla es el símbolo por excelencia de La Habana. Esta pequeña escultura con figura de mujer y que funcionara como veleta en lo alto del castillo de La Fuerza encierra una historia en la que se mezclan por igual fantasía y realidad.



Todo comenzó cuando en 1537 la Corona española nombró al gobernador de la Isla de Cuba Hernando de Soto, Comendador de la Orden de Santiago y Adelantado de la Florida, lo que le otorgaba toda la potestad necesaria para marchar a la conquista de esa península.

Soto, a quien soñaba con encontrar grandes tesoros como los de México (ignoraba que la Florida era un territorio inhóspito, plagado de enfermedades tropicales y poco poblado) se aprestó a la conquista y partió de La Habana dos años después al frente de una fuerte expedición. Por orden suyo, al frente de la Isla quedó su esposa, Isabel de Bobadilla.

Asegura la leyenda que, desde ese día, y dejando de lado sus responsabilidades administrativas la mujer pasaba horas en lo alto del castillo de La Fuerza esperando el regreso de la nave que le devolviera a su esposo. Sin embargo, Hernando de Soto nunca regresó murió junto al río Misisipi a poco más de un año de haber zarpado de La Habana.

Esta gran pasión de Isabel por Soto fue la que inspiró al escultor Martín Pinzón a realizar La Giraldilla, que se fundió en bronce y se colocó en lo más alto del baluarte noroeste de La Fuerza por orden del gobernador Bitrián y Viamontes entre 1630 y 1634.

La Giraldilla – que es la escultura más antigua que se conserva en Cuba – tiene figura de mujer. En su mano derecha sostiene una palma (símbolo del país) de la que sólo se conserva el tronco y en la izquierda la Cruz de Calatrava, orden a la que pertenecía el gobernador de la Isla. Su altura es de 1.10 metros y en el pecho lleva un medallón en el que aparece el nombre del autor.

Por siglos la estatuilla soportó la furia de los huracanes tropicales, hasta que el pavoroso ciclón del 26 la arrancó del pedestal y la lanzó al suelo. En la actualidad se conserva en el Museo de la Ciudad y sobre la Real Fuerza se colocó una réplica.

Lo cierto es que Isabel Bobadilla sí sufrió la muerte de su esposo, pero no murió de amor (como aseguran algunos guías de turismo) sino que regresó a España convertida en una viuda inmensamente rica.

Que esperara a su esposo en lo alto de La Fuerza día tras día es completamente falso. Si esta vigila en realidad ocurrió no pudo ser en esa fortaleza, pues el castillo se construyó después de 1555, luego de que el corsario Jacques de Sores destruyera el primitivo fuerte donde viviera Isabel.

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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