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Seatrain, el enorme barco que logró el sueño de unir Cuba y Estados Unidos por ferrocarril

Unir a Cuba y Estados Unidos por medio de un ferrocarril fue una de las fantasías que acariciaron siempre los comerciantes de ambos lados del Estrecho. Y en cierta medida lo lograron, cuando en 1929 un curioso barco conocido como Seatrain (Tren marino) comenzó a realizar viajes regulares entre los puertos de Nueva Orleans y La Habana.



El gran buque semejaba un petrolero por su línea de proa a popa, pero a diferencia de los barcos cisternas, llevaba en su cubierta y en sus bodegas vagones de ferrocarril.

Este navío, precursor de los gigantescos portacontenedores fue diseñado por el ingeniero civil estadounidense Graham M. Brush, quien siempre había estado interesado en el comercio marítimo entre Estados Unidos y Cuba.

Para su creación se inspiró en el sistema de ferrys que ya existía entre los dos países, pero a diferencia de este, el Seatrain tenía la ventaja de llevar las mercancías directamente desde el productor hasta el destinatario, una ventaja que pronto aprovecharon los comerciantes e industriales.

Las bases de los ferrys se ubicaban en la Florida, muy lejos de los grandes núcleos ferroviarios de Estados Unidos, por lo que su servicio no daba abasto para satisfacer las necesidades del comercio entre la mayor de las Antillas y el gigante del norte. A consecuencia de esto una enorme parte de las mercancías debía transportarse en pequeños cargueros lo que encarecía los costos de operación.

El Seatrain de Brush tenía 130 metros de eslora y cuatro cubiertas con campos de líneas ferroviarias y podía transportar en total 95 vagones (lo que cargaban tres ferrys por separado). Para montar y descargar los vagones en el buque se construyeron en los puertos de Nueva Orleans y La Habana grandes grúas viajeras operadas por electricidad.

Este novedoso sistema permitía cargar en apenas 10 horas lo que demandaban seis días de trabajo en barcos de igual porte e invertir una mayor cantidad de tiempo en navegación con la consecuente ganancia comercial.

Tan exitoso fue el proyecto que pronto se construyeron varios Seatrains aún más grandes que comunicaban el puerto de La Habana con los principales puertos y nudos ferroviarios de Estados Unidos.

Los ferrocarriles cubanos y norteamericanos contribuyeron al éxito de esta empresa con puntualidad exacta. Cada vez que un Seatrain arribaba a puerto ya estaban los vagones listos para ser cargados en el buque y partir en poco tiempo a su destino.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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