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Manuel Santos en las Cuevas de Bellamar
Proyecto Bellamar

Santos Parga, el descubridor de las cuevas de Bellamar

De los gallegos dicen muchas cosas los cubanos, buenas y malas. Pero si en algo están de acuerdo los nacidos acá (que gallegos vieron muchos) es en que son gente valiente y “echá palante”, que no se pone a temblar por boberías. Don Manuel Santos Parga, descubridor y propietario de los terrenos donde se encuentran las Cuevas de Bellamar es un digno exponente de ese noble pueblo.



Poco se sabe de su vida antes de llegar a Cuba. Apenas, que nació en Santa María de Viveiro, Provincia de Mondoñedo en Galicia, en el año 1813 y viajó a la Isla en 1853 para reunirse con un hermano que había llegado años antes.

Fuerte como un toro, comenzó a trabajar en uno de los oficios más duros, el de minero y en 1859, tras años de ahorro, le compró la finca La Alcancía a Severino Caraballo por 3 000 pesos. Eran cuatro caballerías y media de terrenos calizos en el Municipio de Santa Ana, colindante con Matanzas. Allí construyó un horno de cal y prosperó económicamente.

Grabado de las Cuevas de Bellamar publicado en 1865 por el New Harper’s Monthly Magazine, de Nueva York.

Aunque se acercaba a los 50 años, el capital que había acumulado lo convirtió en un soltero de oro. Así que no pasó trabajo para casarse con una jovencita de 19 años, Josefa Verdugo de la Secada, traída desde Tui, en España, con la cual tuvo cinco hijos.

Don Manuel Santos Parga descubre las Cuevas de Bellamar

Su fortuna se cimentó en la concesión que consiguió como proveedor de materiales de construcción que se emplearían en las obras del teatro Esteban, hoy Teatro Sauto. Santos Parga suministraría, cal, arena, piedras y cemento, entre otros. Fue precisamente cuando sus trabajadores laboraban en las canteras de su finca La Alcancía para abastecer las obras del teatro, que uno de ellos, un chino llamado Justo Wong, vió como, al dar un golpe sobre la piedra, a su barreta se la tragaba la tierra. Wong salió huyendo aterrorizado y el suceso causó una estampida entre los trabajadores de la cantera. Era el mes de febrero de 1861.

De inmediato el gallego dio la orden de agrandar el hueco para ver qué había sucedido; pero los negros y chinos que trabajaban como peones se negaron en redondo. Para ellos, esa podía ser perfectamente la entrada del infierno y no estaban dispuestos a dejar salir a los demonios. Así que Don Manuel Santos Parga, con 48 años a cuestas y refunfuñando de lo lindo, se dió personalmente a la tarea de agrandar el agujero. Se ató a unas cuerdas y con una antorcha en la mano hizo que lo bajaran al tétrico vacío.

Lo que allí descubrió es del conocimiento de todos: las Cuevas de Bellamar. Son un conjunto de cavernas que cuenta con más de 23 kilómetros de galerias. El mismo Santos Parga acondicionó algunas de ellas para que pudieran ser visitadas. En algunos lugares sacó el agua, construyó un sistema de pasarelas y escaleras, dotó a algunas galerías de un sistema rudimentario de alumbrado y organizó visitas guiadas. Aún se conserva una escalera de 159 peldaños que el gallego construyó por su propia cuenta. Esta llega hasta la atracción más importante de la cavidad: El Manto de Colón, una estalactita de 12 metros de altura, con forma que semeja una cascada y que se le ha calculado más de 3200 años de antiguedad. Hoy las cuevas gozan de fama mundial y fueron declaradas Monumento Nacional.

El 22 de noviembre de 1862 el gallego abrió para los visitantes el que fue uno de los primeros centros recreacionales cubanos y el más antiguo que aún se conserva en el presente. Con su descubrimiento, Santos Parga se hizo rico. Pasó a la historia como uno de los pioneros de la Espeleología y además, como el fundador del Turismo en Cuba.

Un gallego de armas tomar

En la recta final de su vida, el intrépido gallego se dedicó a explorar con mayor profundidad su descubrimiento. Varias veces estuvo a punto de perder la vida en estas expediciones y en una ocasión se enfrentó a cuchilladas a unos bandidos que querían convertir la caverna en centro de operaciones.

Cuevas de Bellamar Cuba
En la recta final de su vida, el intrépido gallego se dedicó a explorar con mayor profundidad su descubrimiento. Fuente: Havana-live.

Prueba de que no se andaba con chiquitas y sacaba la “mala leche” de los gallegos cuando hacía falta, fue el 10 de marzo de 1872, cuando un grupo de marinos ingleses creyeron gracioso emprenderla a bastonazos contra el Manto de Colón, la más espectacular formación rocosa de la cueva. El ya anciano Santos Parga sacó la pistola del cinto y sin mayores miramientos, les amenazó con caerles a tiros.

El episodio lo narró Roberto Santos en el Diario de la Marina del 8 de agosto de 1943. Santos relata que unos cincuenta marinos ingleses, cansados de la reclusión en su buque, irrumpieron borrachos en las cuevas. Los hombres regatearon para poder pagar la mitad de la entrada. Una vez dentro, armados con cuchillos y palos arremetieron contra las formaciones calizas, causando un gran destrozo y dejando plasmadas pintas con sangre. Querían llevarse trozos de las estalactitas como recuerdo. Atacaron y lesionaron a guías y empleados. Entonces, se presentó Manuel Santos Parga y «puso un revólver en las narices de los furibundos agresores«.

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Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Archivo TodoCuba

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