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La historia de Perico, el Burrito famoso de Santa Clara que bebia cerveza

Bienvenido Pérez Lea, compró a Perico en la década de 1930, para que le ayudara en sus quehaceres agrícolas.



Prestó el animal a su primo Eusebio para utilizarlo en el tiro de un carro de helados; pero escapaba con frecuencia, quizás por inadaptación, o por sus sentimientos.

Molesto, Eusebio devolvió el burro a su dueño, y en poco tiempo Perico tiró de un carro al que llamaban «La Ferretería ambulante”.

Luego el carretón pasó recolectar botellas. Más de mil botellas transportaba el burro. Así, el negocio dio muy buen resultado, y el burro fue sustituido por un camión. Lea, en agradecimiento, exoneró a Perico de todo deber, con el retiro merecido y una ración diaria de maíz.

Desde entonces, el simpático animal fue libre. Nunca lo regañaron por su trote suave, ni una soga fue atada más a su pescuezo. Suelto por Santa Clara, Perico era manso, y dicen los cuenteros que tocaba con los cascos en las puertas de las casas en busca de comida, que nunca le faltó.

Tenía como único vicio beber cerveza. Como los santaclareños le querían tanto, nunca le faltó una botella del cristalino líquido, y el burro animaba las fiestas con su simpática presencia.

Cierta vez, tuvo un altercado con un agente del orden, que estrenaba su uniforme en la posta. Perico venía en dirección al Parque, en su diario andar para dirigirse al Liceo (hoy Casa de la Cultura), el vigilante, desconociendo que no era un burro ordinario, trató de desviar su rumbo; pero Perico no entendía, le jugaba cabeza una y otra vez.

El incidente se convirtió en espectáculo; la gente comenzó a aglomerarse. El agente, presionado por su vanidad autoritaria le propinó fuertes golpes en el lomo para que entrara en razones, poniendo al público de mal humor.

Un sargento de la Policía amonestó públicamente al guardia, le aclaró que Perico no era un burro ordinario, sino uno «con los mismos derechos de cualquier ciudadano de la República”.

Cuando el primer gobierno de Batista. Perico saltó a la calle portando carteles que decían: «Abajo Batista» y «Abajo el director¨. Estuvo preso por comerse el césped tras invadir los jardines del Parque Vidal. El estudiantado, al enterarse de 1a noticia, se lanzó a la calle conjuntamente con la población. El alcalde, al ver que ponía en juego su próxima reelección, accedió a liberar a Perico.

Perico murió el 27 de febrero de 1947. El pueblo cavó una fosa de cuatro metros cúbicos y a su sepelio acudieron tantas personas que hasta en el periódico norteamericano The New York Times se habló del suceso. La despedida de duelo la hizo un senador de la República.

Los niños le llevaron flores, los obreros llevaron coronas. Los estudiantes del Instituto, quisieron enterrarlo en el cementerio de la ciudad; pero Lea no lo permitió, y fue enterrado en el patio de la botellería donde durmiera toda su vida.

Así fue que Santa Clara perdió a uno de sus personajes más populares. A ese que los artistas cubanos han dedicado canciones, narraciones y la gran escultura metálica a la entrada del Sandino, siempre con alguien a su alrededor, para que Perico esté acompañado como en sus buenos tiempos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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