La famosa estatua habanera inspirada en una historia de amor

jueves, 13 de abril de 2017

El que visita La Habana no puede dejar de admirar su arquitectura, que aunque en su mayoría es de estilo ecléctico, la mezcla de corrientes constructivas ha ido dejando huellas del paso de los años. Justo en la entrada del puerto de la bahía de esta ciudad capital se erige una estatuilla, esculpida en bronce, que es el símbolo de la urbe. La Giraldilla es, sin embargo fruto de una historia de amor.

La Giraldilla fue realizada por el escultor habanero Jerónimo Martín Pinzón en la tercera década del siglo XVII. Se trata de una veleta, con la figura de una mujer. La fémina sostiene en su mano derecha una palma de la que sólo conserva el tronco, y en su izquierda, en un asta, la Cruz de Calatrava, orden a la que pertenecía su esposo, quien fuera gobernador de la isla.

La escultura de 110 centímetros de alto tiene en el pecho un medallón con el nombre del autor. Además haciendo referencia del feminismo tiene la falda recogida sobre su muslo derecho.

La historia de Giraldilla se remonta a 1537, cuando la Corona española nombró al séptimo gobernador peninsular en Cuba: el Adelantado de la Florida y Comendador de la Orden de Santiago, don Hernando de Soto. El Rey, le encomendó preparar una expedición a la Florida, por la cercanía de Cuba a la península descubierta por Ponce de León.

Fue entonces, cuando el funcionario, por allá por mayo de 1539 partió de La Habana hacia la Florida al frente de una expedición compuesta por nueve buques y 537 caballos escogidos de entre los mejores de Cuba. Desde ese momento, A partir de ese momento, su esposa doña Isabel de Bobadilla, se hizo cargo de la administración del país.

Cuenta la leyenda que desde ese día, doña Isabel desatendía los quehaceres de la colonia y pasaba horas enteras en lo más alto del castillo, en espera de una nave que trajera a su esposo.

Mas, su amado nunca regresó. Murió  cerca del Río Missisipi el 30 de junio de 1540. Aun así Isabel siempre lo esperó esperanzada.

Y  cuentan quienes peinan cana, que la pasión de esta mujer por su hombre inspiró al escultor Martín Pinzón a realizar La Giraldilla. El trabajo se emplazó en la parte más alta del castillo de la  Real Fuerza, por orden del gobernador Juan de Bitrián y Viamontes entre1630 y 1634.

Desde entonces, La Giraldilla custodia la entrada de la ciudad, frente al puerto arrullado por el mar Caribe. La escultura actual es una réplica puesto que en octubre de 1926 un huracán arrancó a La Giraldilla de Martín Pinzón y la arrojó en el patio de la fortaleza. Por ello, la figura fue llevada al Palacio de los Capitanes Generales.

Actualmente, la figura que se observa es una réplica, para proteger a la original de las inclemencias del tiempo y guardarla como testigo de una historia de amor.