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La curiosa historia de toros, toreros y plazas de toros ¿en Camagüey?

En la actualidad la tauromaquia (entiéndanse como el arte de torear) se practica en Francia, Portugal y, sobre todo, España. En este último país aunque le reviente el hígado a los grupos defensores de animales constituye todavía una pasión… y hay muchísimos que encuentran divertido correr delante de los toros, porque hay gente para todo. Sin embargo los toros, toreros y plazas de toros también fueron muy populares en México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica durante la dominación española. Entre los cubanos no tanto, pero igual existieron porque españoles había para aburrir y nunca les faltó público.



Camagüey en particular contó con dos plazas de toros. La primera se inauguró a principios del siglo XIX en los alrededores del Casino Campestre y la segunda y última en 1893, construida por Antonio Almariza, un comerciante español radicado en Puerto Príncipe fanático de la tauromaquia.

Esta plaza – que tuvo vida breve, porque cuando los norteamericanos echaron a España de Cuba suspendieron las corridas – se encontraba al final de la calle San Juan, que hoy se llama Avellaneda, muy cerca de la estación del ferrocarril.

Era de madera, con palcos de sol y sombra. Funcionaba la plaza los fines de semana, desde las 2:00 de la tarde, siempre con la presencia del comandante militar de la ciudad. Entre los toreros famosos que actuaron en ella se pueden mencionar a El Mejicano (el más grande de todos y el que más taquilla hizo), fueron Pollo de Málaga, Juaniquí y Brazo de Hierro, que destacaba por ser un gran picador.

Como toda plaza de toros también tuvo sus muertos. En ella cayó el 11 de junio de 1893 el Trianero que recibió una brutal cornada de un toro criollo criado en los potreros de Jimaguayú. Su entierro (el del Trianero, no el del toro) fue todo un acontecimiento en Camagüey pues a las honras fúnebres se sumaron hasta las bandas de música del ejército.

Las corridas en Camagüey se fueron espaciando al estallar la Guerra del 95, en la misma medida en que los insurrectos y los españoles se comían los toros. Además, en medio de tantos tiros nadie estaba para festividades. En los primeros años del siglo XX la plaza fue finalmente demolida y en la parcela que ocupaba se construyeron casas y almacenes.

Todavía la colonia española realizó en último intento en 1910 por reavivar las corridas en Camagüey, pero contaron con muy poco apoyo del Ayuntamiento y, sobre todo, de los naturales del país que ya se habían mudado para otro deporte llegado de Estados Unidos: la pelota.

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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