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El negocio subterráneo de la pacotilla en Cuba que está produciendo millones cada año.

Antes del 31 de diciembre de 2013 abundaban en La Habana y otras grandes ciudades de Cuba las tiendas particulares que se dedicaban a vender productos traídos del exterior. Se anunciaban públicamente y exhibían su mercancía a la vista de todos. Sin embargo como las tiendas estatales (donde siempre la oferta ha sido pobre, cara y mala) no vendían ni un par de medias, el Estado cubano decidió prohibir las tiendas particulares.



Entonces el negocio se sumergió y adaptó a las nuevas circunstancias. Los clientes que antes de la prohibición se atendían en los portales y salas convertidos en tiendas particulares pasaron a ser atendidos en los cuartos; pero el negocio – que mueve millones de pesos en Cuba – continuó existiendo y, además, prosperó.

De “chinos” y de “marca”

Como no todos tienen el dinero suficiente para comprar productos originales lo que más se venden en las tiendas son los productos chinos de marcas no reconocidas o que imitan a las reconocidas. Aún así su calidad es infinitamente superior a la mercancía que se comercializa en la tiendas recaudadoras de divisas.

Además, los comerciantes clandestinos siempre tienen todas las tallas y suelen aceptar los pagos a plazo, lo que les da una ventaja adicional sobre las tiendas del Gobierno cubano.

Toda la mercancía llega del exterior a través de las llamadas mulas. Sandy, que se dedica al negocio desde hace años, importa su ropa desde Panamá. Los jeans los compra a 18 dólares y los vende de primera mano a 25. Antes de diciembre de 2013 llevaba su tienda de forma legal con su licencia de modista; pero al prohibir el Gobierno la venta de productos importados entregó su permiso y pasó a la clandestinidad. Ahora sigue con lo mismo que hacía antes, pero ya no tributa al fisco ni tiene que lidiar con los molestos inspectores.

Como prohibiendo la venta el Estado no pudo evitar que le entrara el agua al coco se lanzó entonces contra los que importaban las mercancías. En 2014 nuevas regulaciones aduaneras establecieron “límites comerciales” a las importaciones de las personas naturales.

Pero ni así pudo el Gobierno cubano con las tiendas particulares. Las aduanas de Cuba suelen tener más agujeros que una piedra de siforé y los que se dedican a la importación de mercancías conocen muy bien cómo hacer pasar maletas y maletines a base de regalitos.

Junto a las más numerosas tiendas de productos chinos coexisten otras más exclusivas dedicadas a la venta de mercancías de lujo. Quizás no de la más fina y la más cara, pero si muy exclusiva para los estándares de Cuba.

Marcas como Mango, Zara, Bershka o H&M se comercializan en las boutiques privadas al doble de caro de lo que cuestan en el exterior; pero sustancialmente más baratas que en las pocas tiendas de lujo que gestiona el Estado cubano.

«La gente sigue prefiriendo comprar la ropa a particulares», afirma una clienta regular de estas boutiques privadas que comparte la opinión general de que las tiendas estatales «tienen años de atraso en los modelos y los precios son irracionales».

El negocio de las mulas

A consecuencia de estos cambios, los envíos a Cuba desde el exterior incrementa cada vez más. Para poder establecerse y prosperar en el negocio lo primero que deben tener estos comerciantes clandestino son buenos contacto en el exterior. Luego una red bien estructurada de mulas que garanticen el arribo regular de mercancía y, por supuesto, buenas relaciones en la Aduana para poder minimizar las posibles pérdidas.

Ahora la pacotilla es importada mayormente por cubanos que viajan a la isla constantemente. Porque para nadie es un secreto que la mercancía entra a raudales por los aeropuertos de la Isla a pesar de las draconianas regulaciones del Estado cubano.

Estas normas sólo permiten a los cubanos importar cantidades muy limitadas de mercancía una vez al año a pagar en moneda nacional; pero por debajo de la mesa se mueven las coimas que posibilitan que los funcionarios se hagan de la vista gorda.

“En Cuba el que cumple la ley al pie de la letra, el Estado lo jode. Es el caso de los cubanos residentes en otros países cuando mandan cosas por vía postal: solo pueden enviar hasta un kilogramo y medio y si el paquete se pasa de ese peso, por cada kilogramo extra le cobran 20 cuc. Un verdadero abuso. ¿Qué hacemos los que nos dedicamos a este negocio? Tener buenos contactos en la Aduana y así podemos pasar toda la pacotilla. A las personas les pagas según lo que traigas. Si traes mercancías valoradas en 10 mil dólares, por ejemplo, le dejas caer 200 fulas y un ‘presente’ que puede ser un televisor de pantalla plana, un electrodoméstico o un poco de ropa”, revela Yolanda, quien lleva años dedicándose a la importación clandestina de mercancías de todo tipo.

Ella sabe que los productos de la marca Palmolive, Colgate, Gillette o Dove, que se pueden conseguir a buenos precios en la Zona Franca de Panamá, vuelan en el mercado negro cubano. Un desodorante Gillette, por ejemplo que cuesta apenas a $1.50 dólares al por mayor allí se puede vender en la Isla a 5.00 dólares: como puedes ver es un negocio redondo por lo que muchos piensan que si vale la pena el riesgo.

Las mulas afirman que los mejores lugares para adquirir mercancías para vender en Cuba son Panamá, Miami, Perú, Ecuador y México. Moscú es más complicado porque el precio del billete encarece el negocio; pero para los que tienen buenos contactos en las aduanas y se dedican a la importación de piezas de autos y motos también puede resultar un filón de oro.

Como el negocio es tan grande cada vez son más las mulas y cada vez se especializan más también: Algunos compran ropa, otros productos de aseo, otros piezas de autos y otros, como Sergio equipos informáticos:

“Yo solo compro teléfonos inteligente, tabletas, computadoras PC y laptops. Después de pagar el respectivo soborno, en un solo viaje entro hasta diez teléfonos, cinco o seis tabletas, dos computadoras y cuatro laptops. Las ganancias pueden rebasar los 3 mil cuc. Los smartphones son una mina de oro. Se compran a compañías, luego mediante pago se activan para desbloquearlos y hay quienes lo saben ‘craquear’ (cambiar sistema operativo). En La Habana, el iPhone 7 o el Samsung 8 se consigue más barato que en Miami”.

En los últimos años, artículos como aires acondicionados, motos eléctricas, lavadoras entre otros se encuentran entre los más enviados a la isla por cubanos en el exterior. Sitios como Pacotillas.com trabajan con compañias transitarias para ofrecer este tipo de servicios para cubrir la alta demanda que tienen estos artículos en Cuba.

Aunque Cuba continúa su lucha en contra de las mulas, la realidad es que el negocio de la pacotilla crece aún más cada año. Las necesidades del cubano en la isla, han creado este negocio donde algunos cubanos privilegiados con la habilidad de viajar a otros países a comprar pacotilla, pueden vivir una vida más cómoda en la isla. Al final ser mula es una forma muy ventajosa de sobrevivir en Cuba: Se viaja, se conoce otros lugares y lo más importante es que se gana dinero.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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