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El misterio del “tesoro de Mérida”, la fabulosa fortuna que afirman está escondida en la península de Guanahacabibes

Muchos especialistas, entre los que se encuentran no pocos historiadores, están convencidos de que el fabuloso tesoro de la Catedral de Mérida se encuentra oculto en una de las numerosas cavernas de la península de Guanahacabibes, en la occidental provincia de Pinar del Río.



Una de las historias que parece avalar la presencia del tesoro en tierras pinareñas es la de José Antonio Canga, quien en la década de 1930 se apareció en su humilde bohío del poblado de Cayuco y poniendo en manos de su madre un puñado de monedas de oro le dijo que había encontrado dinero para comprar todo el Cabo de San Antonio.

Le contó a su hermano que había encontrado un tesoro en una cueva entre Cabo Corrientes y playa Las Persipinas y al otro día se levantó muy temprano y alquiló un camión para ir a buscarlo. Nunca llegó, pues en una curva el vehículo se volcó y José Antonio murió aplastado.

El único que conocía la posible ubicación era su hermano, pero nunca quiso buscar el tesoro, pues a su juicio estaba maldito y había que “respetarlo”, pues tenía “muchos muertos”.

Aún cuando existen muchas dudas sobre la presencia real del tesoro de Mérida en tierras de Pinar del Río, todos los habitantes de Guanahacabibes están convencidos de que José Antonio Canga sí se lo encontró y que todavía está enterrado allí. Eso ha provocado que por más de cien años se hayan realizado infinidad de búsquedas, todas infructuosas del tesoro.

El origen de la leyenda del tesoro de la Catedral de Mérida se encuentra en el relato de un fraile que, supuestamente, tomó parte en el viaje que realizó el malogrado galeón que lo transportaba desde México hacia La Habana a mediados del siglo XVII. Este contó, antes de morir en la iglesia del poblado de Guane, que era el único sobreviviente del barco y que los tripulantes al naufragar habían enterrado el tesoro para evitar que cayera en manos de los corsarios que lo perseguían.

Existen indicios de que la Iglesia Católica está al tanto de la existencia del tesoro de la Catedral de Mérida y a lo largo del siglo XX realizó varios intentos por recuperarlos, desde enviar enviados especiales del Vaticano hasta adquirir grandes extensiones de tierra en la península de Guanahacabibes. Esto último en particular, reafirmó a los vecinos de la región en la existencia del tesoro, porque sino ¿a qué vendría adquirir terrenos en un lugar deshabitado e incomunicado como ese?

Los más supersticiosos afirman que si el tesoro no ha aparecido es porque pertenece a los muertos que lo pusieron ahí y que es mejor nadie lo toque o corre el peligro de terminar como José Antonio Canga.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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