
El conmovedor mensaje de la esposa de uno de los fallecidos en el Hotel Saratoga, en La Habana
miércoles, 8 de junio de 2022
La esposa de Julián Pupo Castellanos, uno de los fallecidos en la tragedia del Hotel Saratoga el pasado seis de mayo en La Habana, ofreció un conmovedor testimonio a la prensa oficialista.
Castellanos murió mientras operaba junto a Orlando Vargas el camión pipa de gas licuado que abastecía al inmueble en el momento de la explosión. Yanet Sánchez, su esposo, contó que Pupo se había mudado a La Habana después de terminar el servicio militar activo en Holguín, para vivir con su hermano. Fue entonces que ella y él se conocieron, a inicios de 2008, en el municipio de Guanabacoa.
«Desde el inicio fue una relación seria. Mi familia lo miraba de arriba abajo, ‘cuídanos la nieta’ le decían mis abuelos que siempre han sido muy celosos conmigo”, contó a Resumen Latinoamericano.
“Mis padres lo acogieron como a un hijo. Comenzamos a vivir juntos muy jóvenes, yo no sabía hacer nada en la casa. Él lo hacía todo, fue quien me enseñó a cocinar. Se arrebató cuando salí embarazada de nuestro primer hijo, al momento corrió a buscar trabajo y consiguió una plaza como chofer en la Empresa de Gas”, explicó.
Yanet Sánchez de 33 años y Julián Pupo de 34 tuvieron tres hijos juntos: Víctor, de 13 años, Yulian, de 11, y Yoselyn, de apenas dos años.
En 2020, el Estado les facilitó un terreno y la adquisición de materiales para la construcción de una nueva casa que el esposo empezó pronto a construir. “Sabía hacer de todo, lo que se propusiera lo hacía y le quedaba bien”, recuerda la joven.
“Él no solo construía nuestra casa, le hizo a su mamá la cocina, ayudó a los vecinos a levantar sus paredes. Si a alguien se le rompía la lavadora, la arreglaba él”, agregó. Yulian, uno de sus hijos, padece de autismo y tenía predilección por el padre. “Si compraba chupachupas (caramelos), él traía cuatro, para mimarme a mí también. Éramos iguales para él, vivía para nosotros”, dice la esposa.
“Mi esposo es el que muchas mujeres sueñan tener. Nunca discutíamos, llamaba a la manicure para guardar un turno para mí… Mi esposo era mi peluquero, él me teñía el pelo, quitaba los cayos de mis pies, hasta eso”, refiere.
“Cuando Julián se dormía –relata- yo le pintaba la cara, se despertaba y nos reíamos, él no sabía que pasaba y cuando se miraba en el espejo reíamos más. Éramos una familia feliz, lo teníamos todo”, añade.
De igual modo, destaca las cualidades culinarias de su difunto esposo, afirmando que hacía las “mejores comidas del mundo” en un horno de carbón fabricado por él mismo. “Nuestro sueño era lindo y simple, terminar nuestra casita y ver juntos a los niños crecer. Durante 18 años no nos separamos ni un día. Yo voy a continuar…, por él”, sostuvo.
“Cuando me entero de la noticia, sin una lágrima le digo al niño: -Ahora vengo mi amor. Fuera de la casa, sin que los niños me vieran me volví loca, los vecinos no comprendían qué me pasaba, me sequé las lágrimas y entré a la casa”, dijo la esposa.
Poco después, recibió la llamada del centro de medicina legal, para que fuera hasta allí a reconocer el cuerpo de Julián. “Ese hombre vivía para mí y sus hijos, este celular que tengo ahora –con el que nos muestra las imágenes– me lo compró reuniendo quilito por quilito”.