Descubre la historia del Parque Martí, corazón de la ciudad de Ciego de Ávila

martes, 16 de octubre de 2018

Unos 300 años después de que un peninsular de apellido Ávila descubriera el ciego y dijera “esto es mío”, la corona de España le otorgó el título de municipio a Ciego de Ávila. Al convertirse en municipio se construyó el parque para poder edificar ante él (como era costumbre española), la iglesia, el ayuntamiento y todo lo demás.

Primero se llamó Alfonso XII, en honor al rey de España y era apenas un cuadrante de tierra que se volvía un fanguizal a la primera llovizna y que se utilizaba para los ejercicios militares. Al concluir el dominio colonial español, los habitantes de la villa decidieron cambiarle el nombre al parque y llamarle José Martí, en honor al Apóstol de la de la independencia de Cuba; al que además dedicarían luego un monumento.

Por muchos años el Parque Martí contó con una glorieta en la que tocaba la banda municipal. Sin embargo, fue demolida en fecha no precisada porque se consideraba que no era acorde a un “parque moderno”.

El busto de José Martí fue trasladado al centro del Parque y al fondo de este se construyó un enorme edificio de tipo estalinista: el 12 plantas de Ciego de Ávila. Este inmueble resulta completamente anacrónico en el contexto de la urbe, pero a los avileños les gusta, pues resulta un excelente mirador para la urbe.

Como todo parque el Martí tiene sus tradiciones. Al caer la tarde se convierte en una pista de patinaje en la que niños y adolescentes se encuentran para darle vueltas como bólidos. También, como sucede desde hace mucho tiempo las muchachas caminan en una dirección y los muchachos en otra, para poder intercambiar gestos y miradas en el cruce.

A un costado del parque, en la década de 1910 se ubicó la primera parada de ómnibus que existió en la ciudad. Desde ese entonces el Parque Martí se ha convertido en un lugar para “esperar la guagua” a la sombra. Aunque, a diferencia de lo que sucedía en 1910, hoy nadie tiene la certeza de que vaya a pasar.