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¿Cómo se alumbraba La Habana antes de la electricidad?

En tiempos de antaño, cuando nadie soñaba con la electricidad, La Habana se alumbraba con lámparas de aceite que se sostenían en las paredes de los edificios o se colocaban en postes de madera sobre la vía pública. Estas lámparas pertenecían a la administración municipal y eran atendidas por negros esclavos, aunque también eran propiedad del Municipio.



No sería hasta el año 1844 en que se le otorgó una concesión al señor James Robb de New Orleans y al señor Miguel de Silva de La Habana para construir y explotar una planta para la manufactura de gas de carbón. Ellos se encargarían también de instalar las tuberías en las calles y distribuir el gas para el alumbrado público y privado.

Iluminación en los tiempos de antaño
Iluminación en los tiempos de antaño. Fuente: Historias de nuestra historia.

La Compañía Española de Alumbrado de Gas de La Habana

Robb y Silva organizaron la Compañía Española de Alumbrado de Gas y, el 3 de julio de 1844, junto al Ayuntamiento de La Habana, contrataron el alumbrado de las calles, parques y edificios públicos por un período de 26 años. El gobierno colonial de Cuba le concedió a los empresarios un plazo de seis años para terminar las obras necesarias. Sin embargo, como había interés y dinero por medio, la compañía comenzó a distribuir gas mucho antes del vencimiento de dicho plazo.

La fábrica de gas estaba situada en Tallapiedra, a la orilla de la bahía de La Habana (donde años después se construiría la primera planta eléctrica), entre las calles Águila y Alambique.

En 1877, se le otorgó otra concesión al señor Juan Domingo Stable, de La Habana, para construir otra fábrica, explotarla y distribuir el gas. Éste no hizo nada y se limitó a traspasar sus derechos a la Havana Gas Light Co, una corporación organizada en Nueva York y legalizada en Cuba. Esta última construyó la nueva fábrica de gas en el Rincón de Melones, en la orilla sur de la ensenada de Atarés.

El alumbrado de La Habana se convierte en un gran negocio

La compañía norteamericana instaló un nuevo sistema de tuberías y maestras en las calles de La Habana y la nueva planta de de Melones comenzó a distribuir gas en 1882.

La planta de gas de melones se construyó para sustituir a la antigua fábrica ubicada en Tallapiedra
La planta de gas de melones se construyó para sustituir a la antigua fábrica ubicada en Tallapiedra. Fuente: 30ypalante.

Sin embargo, el intento de explotar dos servicios de gas de forma separada e independiente en las mismas calles fue un fiasco total. Al año siguiente de la puesta en marcha de la planta de Melones, ambas compañías fueron arrendadas a la Compañía Hispana de Alumbrado y Fuerza (Spanish American Light & Power Co).

En 1886, Havana Gas Light Co se combinó con Spanish American Light & Power Co, que a su vez se combinó en 1890 con la Compañía Española de Alumbrado de Gas bajo el nombre de Spanish American Light & Power Company Consolidate.

La electricidad sustituye al gas

Como la producción de la planta de Melones resultaba insuficiente para cubrir la demanda de La Habana, en 1886 se amplió y reedificó. Se cerró la planta de Tallapiedra y a partir de ese momento la ciudad se quedó con sólo un productor y distribuidor para el servicio de gas.

El alumbrado de gas y la electricidad coexistieron por un tiempo en La Habana
El alumbrado de gas y la electricidad coexistieron por un tiempo en La Habana. Fuente: Arquitectura Cuba.

En 1888 los empresarios solicitaron permiso para instalar lámparas de arco eléctrico en las calles de Obispo y O´Reilly, en sustitución del alumbrado de gas. El Ayuntamiento de la ciudad los autorizó a realizar las pruebas que demostraran la superioridad del alumbrado eléctrico sobre el alumbrado por gas.

Comprobada la calidad superior del alumbrado eléctrico y la factibilidad de la sustitución del viejo sistema, el Gobierno autorizó la instalación de lámparas y alambres eléctricos en la Plaza de Armas y la sustitución de 377 lámparas de gas por lámparas de arco eléctrico en parques y paseos públicos. Asimismo, autorizaron la colocación de lámparas eléctricas en las oficinas del Ayuntamiento de La Habana y el Gobierno civil.

Por último, se estableció la condición de que el nuevo servicio de electricidad no se considerara como permanente porque, a fin de cuentas, la luz eléctrica era un invento nuevo y nunca se sabía si iba a cuajar del todo. Por si acaso, las lámparas de gas serían almacenadas, mantenidas en reserva y listas para volver a prestar servicio ante cualquier imponderable. No obstante, nunca más hicieron falta.

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Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Archivo TodoCuba

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