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Baracoa: la tierra de maravillas que deslumbró a Colón

Es muy poco probable que algún sitio cubano atesore tantas maravillas naturales como Baracoa, la tierra que cautivó a Cristóbal Colón y que este mismo nombrara como «…la más hermosa cosa del mundo…».



La flora baracoense, uno de los elementos que más impactó al Gran Almirante genovés, sigue siendo pródiga en diversidad y endemismo, a más de 500 años de dicha afirmación. En ella ahora predominan la conífera, la palma real, las mayores plantaciones de cacao y cocotero del país, y las más importantes reservas cubanas de madera dura y preciosa.

Su fauna, también abundante y de alto endemismo, está privilegiada por la presencia del almiquí, fósil viviente en peligro crítico de extinción; por moluscos como la Polymita picta (la que por su variedad cromática es considerada el caracol más bello de la Tierra) y otros invertebrados como los escorpiones Centruroides anchorellus y Rophalurus junceus, ambos de importancia conservatoria y biomédica.

Cotorras, cateyes, pájaros carpinteros, zorzales, manatíes, anfibios y reptiles también destacan en su extensa biodiversidad animal.

A su pródiga flora y fauna, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa (como la nombrara el conquistador español Diego Velázquez al fundarla como primera villa, obispado y capital de Cuba, el 15 de agosto de 1511) suma otros encantos, entre ellos playas, cristalinos ríos, bahías, espeluncas, cascadas, el fastuoso cañón del Yumurí, el Paso de los Alemanes y los tibaracones o deltas lineales, accidentes geográficos exclusivos de esta zona en Cuba.

EL YUNQUE

La mayor preponderancia entre los embrujos naturales de este territorio, la posee, sin embargo, el Yunque de Baracoa, una montaña en forma de pirámide trunca, descrita por Cristóbal Colón a su llegada a Baracoa, el 27 de noviembre de 1492, en su diario de navegación, como alta y cuadrada que parecía isla.

Desde tan lejana fecha dicha colina se convertiría en faro natural para los navegantes que surcan el litoral baracoense.

Se asegura que las embarcaciones que cruzan por el canal viejo de Bahamas, al divisar la vistosa figura, saben que están frente a la ciudad más antigua de Cuba.

Esta obra artística de la naturaleza se encuentra a diez kilómetros de la Ciudad Primada y constituye la elevación más alta de todo el macizo montañoso de la región. Posee una altura entre 400 y 575 metros sobre el nivel del mar, lo que posibilita divisarla desde cualquier punto de la urbe.

El Yunque (aparece en el escudo de armas de la ciudad de Baracoa), sirvió de refugio a indios y negros cimarrones, y en sus laderas se encuentran las ruinas de casas señoriales construidas por los franceses que arribaron a Cuba procedentes de Haití.

Por sus valores histórico-naturales fue declarado Monumento Nacional en diciembre de 1979, y proclamado como tal el 2 de abril de 1980 por el eminente geógrafo y espeleólogo cubano Antonio Núñez Jiménez, en ceremonia realizada en la cima de la majestuosa montaña.

Símbolo de la Ciudad Primada de Cuba, esta reserva ecológica  se considera el accidente geográfico más fotografiado de la región. Forma parte de la reserva de la biosfera Cuchillas del Toa, con categoría de Elemento Natural Destacado, y del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Patrimonio Mundial de la Humanidad.

LA CRUZ DE COLÓN

A los tesoros mencionados Baracoa agrega otros, como la preservación, en la Iglesia Parroquial de la ciudad, de la Santa Cruz de la Parra o Cruz de Colón, colocada por el Almirante en el puerto baracoense, el pri­mero de diciembre de 1492, apenas cuatro días des­pués de haber arribado a él.

La Santa Cruz de la Parra es la única que se conserva de las 29 plantadas por el afamado navegante en sus cuatro viajes a América. Se asegura que con ella el sacerdote Fray Bartolomé de las Casas realizó oficios en la urbe. De ahí que constituye una herencia de la historia de la humanidad.

Considerada la más antigua reliquia histórico-religiosa del llamado encuentro de la cultura europea y la nativa, la Cruz de Colón fue declarada Monumento Nacional y Tesoro de la Nación Cubana, en ocasión del  500 cumpleaños de la Villa de Baracoa.

VIADUCTO LA FAROLA

A los atractivos naturales mencionados habría que añadir, de manera distintiva, una obra creada por el hombre: el viaducto La Farola. Esta serpenteante y pintoresca carretera, promesa incumplida por los desgobiernos republicanos y hecha realidad por la Revolución, se construyó en apenas 20 meses, entre abril de 1964 y diciembre de 1965, en lo que constituyó una de las proezas laborales más gigantescas de las realizadas en el país después del Primero de Enero de 1959.

Esta bella y admirada obra (una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana) sacó a Baracoa de su incomunicación terrestre y del aislamiento secular con el resto del país. Su valor socioeconómico puede sintetizarse con los siguientes datos: alrededor del 96 % de las personas que entran o salen de la Primada de Cuba y del 80 % de las mercancías, transitan por este importante vial, sobre el que hay que decir, en honor a la justeza, que gran parte de su extensión corresponde hoy al municipio de Imías, el que hasta 1976 pertenecía a la región baracoense.

OTRAS  ATRACCIONES

A Baracoa debemos admirarla no solo por las bellezas de su naturaleza, sino también por la preservación de sus valores   patrimoniales, culturales y por su historia, aspectos que también la privilegian como atrayente lugar para los turistas nacionales y extranjeros.

La industria del ocio, por cierto, ha sido favorecida en los últimos años con la construcción de nuevos hoteles, la apertura de   senderos y servicios, además de otras opciones que han contribuido al alza sostenida de visitantes, quienes tienen en las viviendas privadas otra importante vía de alojamiento.

Antiquísimas construcciones como las que formaron parte del sistema defensivo de la ciudad, las tejas de cerámica roja en la techumbre de viviendas, se unen a ritmos autóctonos, como el Nengón y el Kiribá, y a una tradición culinaria en que resaltan alimentos típicos como el bacán, el cucurucho, el cangrejo y el tetí.

Bañada por el océano Atlántico y varios de los ríos más caudalosos de Cuba, Baracoa aportó a la nación cubana los primeros independentistas y mártires, provenientes de la rebeldía indígena contra los conquistadores españoles, encabezada por los caciques Hatuey y Guamá.

Por esta zona desembarcaron célebres expediciones para incorporarse a la Guerra Necesaria, como la de los Mayores Generales Antonio y José Maceo, junto a Flor Crombet, en la Goleta Honor por playa Duaba, el primero de abril de 1895; y un año después, por la bahía de Maraví, la encabezada por el Mayor General Calixto García.

Las montañas baracoenses constituyeron además un baluarte del II Frente Frank País, dirigido por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, y principal escenario de guerra en la zona hasta la liberación definitiva de la ciudad por el Ejército Rebelde, el 27 de diciembre de 1958.

La conjunción de sus encantos hacen de Baracoa uno de los lugares más atrayentes del país. Visitar Guantánamo y no llegar a la Ciudad Primada de Cuba se ha convertido, prácticamente, en un hecho imposible, por las bellezas naturales de la antiquísima urbe, verdadero embrujo para todo visitante, sea nacional o extranjero, y la hospitalidad, humildad y sentido de pertenencia de sus pobladores.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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