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La historia de Mónica, el travesti cubano que salió de la prostitución gracias a la peluquería

Alejandro trabaja como peluquero para ganarse la vida. Antes se rasuraba bien, se vestía de mujer, se convertía en Mónica y se iba a “hacer la calle” en las inmediaciones de Santa Catalina y Mayía, en La Habana.



Mónica era prostituta por necesidad, no por gusto. Del oficio más antiguo del mundo le gusta todo: provocar, sentirse deseada, regatear con los clientes el sencillo o el completo; pero los males asociados son un precio demasiado alto.

Alejandro nunca se interesó por los estudios ni por graduarse de nada. Pero tenía que buscarse la vida de alguna manera porque el salario de su madre no alcanzaba para alimentar a cuatro. Así que comenzó a prostituirse a los 16 años en Pinar del Río, hasta que con 18 se mudó como La Habana, ya convertido en travesti.

Cuando Mónica – Alejandro llegó a la capital del país sólo podía pensar en conseguir los 30.00 dólares mensuales con que ayudar a su familia.

Él sería el sostén de su hermana y de su abuela. Un buen ejemplo que no le dio su padre, quien nunca se ocupó de él y no le importó nada que Alejandro tuviera que compartir dos huevos fritos con su hermana, su abuela y su madre.

La vida del travesti en La Habana no sería idílica. Había que esconderse de la policía, que los mandaba presos para sus provincia alegando “peligrosidad”, huir de los homofóbicos que les caían a pedradas cuando los veían y aguantar los vicios más nauseabundos de los clientes.

Por suerte para ella con la llegada del cuentapropismo se abrieron nuevas oportunidades para las “chicas” que deseaban cambiar de vida. A través de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) consiguió un curso de peluquería, al que accedió con un permiso especial, pues era sólo para “mujeres”. Mónica debió quedarse atrás para que naciera Alejandro el peluquero.

En la sala – comedor de su pequeño apartamento de microbrigada en Pinar del Río improvisó su peluquería y poco a poco fue ganando clientela.

Mónica quedó atrás para siempre… mejor ser Alejandro, “el peluquero”.

Fuente: El Toque

Escrito por | Redacción TodoCuba

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