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Jiu-jitsu contra violación
EFE / Ernesto Mastrascusa

Jiu-jitsu feminista para empoderar contra la violación

La Habana, 5 de febrero de 2020.- El cambio comienza por liberarse de joyas, maquillaje y todo lo que estorbe para luchar. «Les pedimos a las muchachas que se corten hasta las uñas», explica Elena Molina, una de las organizadoras de un taller de jiu-jitsu para «empoderar» a mujeres contra situaciones inminentes de violación.

Transformación con jiu-jitsu y prevención contra la violación



Entonces, ya listas para «rodar por el piso», las cerca de veinte participantes en el curso comienzan el verdadero proceso de transformación, que va de lo físico a lo mental: aprender que defenderse y golpear a un agresor no «es algo malo». Convencerse que pueden enfrentarse a una persona más fuerte que intenta reducirlas. Esto convierte al jiu-jitsu en una herramienta contra ataques y una posible violación.

«Se trata de un cambio de paradigmas y de generar la confianza de que puedes estar preparada ante una situación difícil», amplía Fabiana Salgado, la otra mitad del dúo detrás de Arthaus, un espacio creativo autónomo, dedicado principalmente al arte y que ahora acoge esta iniciativa, inédita en Cuba.

Preparadas para lo peor

Las imágenes son elocuentes. Javier Peña, el profesor de «Jiu-jitsu contra Violación», las muestra en el móvil a las que todavía dudan de que una mujer pueda reducir a un atacante.

Dos muchachas diferentes mantienen inmovilizados en el piso a sendos agresores, que luchan por zafarse sin lograrlo. Las dos practican jiu-jitsu brasileño o BJJ.

La idea de enseñar técnicas y entrenar a mujeres con una «guía efectiva» para librarse de una posible agresión sexual estaba en la mente de Peña desde hace meses. Según él, no se trata de neutralizar al agresor, sino de ganar tiempo y salir del peligro.

No se trata de fuerza

«Se trata de empoderamiento, de que en un momento dado puedas defenderte, protegerte de una situación extrema. No es lo ideal llegar a ella, pero y si estás ahí, ¿qué haces? Responder», enfatiza el exdeportista, con más de 18 años de experiencia.

Como sistema de defensa personal que no usa la fuerza sino que trabaja con el funcionamiento del cuerpo, el jiu-jitsu -en este caso el BBJ No-gi o sin kimono- viene muy bien para las clases, divididas en tres sesiones con soluciones prácticas como qué hacer cuando un agresor trata de forzarte en el piso o te ataca por la espalda.

La reacción de las alumnas al enfrentarse por primera vez a este deporte es una de las cosas que satisface a Peña. «Es impresionante cuando uno da las primeras explicaciones, ve las caras de incredulidad, de ‘esto no lo voy a poder hacer’, y después ves que están completando los movimientos. Se trata de estimular la confianza», aclara.

«Se siente muy bien pasar de una situación de vulnerabilidad, en la que alguien está tratando de meterse entre tus piernas para violarte, a que tomes el control y puedas estrangularlo», insiste Peña, que advierte que no «estimulan la violencia porque sí, pero hay momentos en los que tienes que defenderte».

Jiu-Jitsu feminista para empoderar contra la violación
Fabiana Salgado, artista y organizadora del proyecto Arthaus. Fuente: EFE / Ernesto Mastrascusa.

Con su puntal alto, losas de dibujos, amplias estancias y su aire de otra época, la casona de Arthaus no se diferencia a primera vista de sus vecinas en la céntrica calle San Lázaro, en La Habana. Como la mayoría de los edificios de la ciudad, sus años de gloria aún se adivinan entre las huellas del tiempo. Dentro, la historia es otra.

Una casa para los artistas… y las artes marciales

«Esta es la casa de mi abuela, aquí vivimos mi mamá, que es curadora de arte, y yo. Con Fabiana decidimos activar un espacio de creación enfocado sobre todo en la experimentación dentro del arte», explica Molina en la amplia sala despojada de muebles y convertida ahora en improvisado dojo.

Arthaus funciona desde 2016, pero no fue hasta la Bienal de Arte de La Habana, en abril pasado, cuando acogió su primera residencia artística. En la casona de San Lázaro también se han presentado películas, exhibiciones plásticas y desarrollado experiencias de escritura teatral.

El taller «Jiu-jitsu contra Violación» es lo primero que Salgado y Molina organizan sin relación directa con el arte. «Hacemos esto porque somos mujeres, porque conozco a mujeres que se han visto en situaciones de acoso sexual y nos interesa apoyar las iniciativas de empoderamiento femenino», destaca Fabiana Salgado.

Aún no tienen claro si repetirán, pero en Arthaus están contentos con la recepción de esta primera edición, demostrada en la cantidad de personas interesadas, un indicio también de que «algo se está moviendo».

«Quizá no pasa eso de que haya un estado general de temor en la calle, pero sí creo que hay evidencias de que en la calle están pasando cosas. Que se reconozca esto y que haya personas que quieran poner sus conocimientos en función de ayudar, son muestra de que sí, que hay una toma de conciencia», reflexiona Salgado.

Despertar femimista desde las redes

En la isla, donde el feminicidio no está tipificado en el código penal y no existe la crónica roja, la toma de conciencia sobre los crímenes de género ha coincidido con un mayor acceso a las redes. La llegada de internet a los teléfonos celulares ha impulsado la solidificación de un activismo que aún tiene un largo camino por delante.

Comparado con otras naciones de Latinoamérica que tienen historiales de violencia mucho más escalofriantes, Cuba es un país seguro. Sin embargo, que se pueda caminar por las calles a altas horas de la noche y no haya reportes continuos de muertes, no significa que no existan violaciones, robos y asesinatos a mujeres.

Gracias a las denuncias en Facebook y Twitter, los «crímenes pasionales» han pasado a ser definidos como feminicidios y documentados como crímenes de género por activistas que se ocupan de llenar las lagunas que el Gobierno cubano aún no ha cubierto.

Apoyo a las víctimas

También desde las redes, plataformas independientes como «Yo sí te creo en Cuba» extienden apoyo a las víctimas y educan sobre diferentes temas, entre ellos, el acoso en el trabajo y la escuela.

La Campaña Cubana por la No Violencia hacia Mujeres y Niñas, impulsada por el Centro Oscar Arnulfo Romero en alianza con instituciones oficialistas como la Federación de Mujeres Cubanas, es una adición bienvenida al ciberespacio feminista cubano.

Bajo el eslogan «Evoluciona. El acoso te atrasa», la campaña comparte denuncias, recomienda eventos, informa y publica guías sobre cómo comportarse ante una agresión.

Recientemente, unas 40 mujeres se dirigieron a la Asamblea Nacional para que incluyera en el cronograma de actualización legislativa una ley integral contra la violencia de género, cuya discusión podría abrirse antes de que acabe el plazo en 2028 para reformar las leyes cubanas y aprobar otras nuevas.

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Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: EFE / Yeni García

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