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Miguelito Cuní, un pinareño que cautivó al mundo con el son (+ Fotos + Videos)

El son cubano tiene elevados exponentes y en la lista de los grandes, un pinareño logró imponerse y sumar su nombre: Miguel Cuní.



Dueño de una voz imprescindible en la historia del son, en cierta ocasión confesó que su vocación musical comenzó a los ocho años de edad, cuando trepó un muro que daba al fondo de la Sociedad del Liceo de Pinar del Río para escuchar al famoso Sexteto Habanero.

Años después, Miguel Arcángel Cuní se atrevió a hacer sus maletas, dejar tras de sí a su Pinar del Río natal, para llegar en 1938 a La Habana, fascinado por la música; pero lejos de sospechar que un día abrazaría el éxito y la inmortalidad.

A su integralidad como intérprete, afinación, cuadratura y sentido del ritmo, el negro de sonrisa pícara y típico sombrerito, fallecido el 3 de marzo de 1984, sumaba una simpatía natural, capaz de cautivar, aseguran sus amigos de antaño.

Primero integró la orquesta del maestro Ernesto Muñoz hasta pasar luego a la de Antonio Arcaño, flautista intérprete de verdaderas maravillas, hecho que dio nombre a su agrupación.

De Cuní, Arcaño dijo: “fue un cantante que gustó mucho entre los bailadores, con una voz fuerte de sonero grande, muy inteligente, con exquisita pronunciación y una tesitura de extensión poco común en cantantes de su género.»

Dueño de una voz imprescindible en la historia del son

Otra etapa importante para el pinareño fue la oportunidad de tocar con Arsenio Rodríguez, “el ciego maravilloso”, por el honor que suponía alternar con una figura como esa.

Cuentan que cuando Arsenio optó por viajar hacia Nueva York en 1949, el conjunto quedó en manos del trompetista Félix Chapotín; y dio inicio entonces la etapa más recordada del quehacer de Miguelito Cuní, y aunque en el decenio del 50 alternó en ocasiones con la Orquesta de Benny Moré, con la cual viajó a Caracas, siempre regresaba junto a Chapotín y sus estrellas.

Recorrió el Caribe y en 1960 se presentó en Nueva York, ocasión que Arsenio Rodríguez aprovechó para sumarlo unos días a su agrupación.

La fuente destaca que 1978 Miquelito viajó a la entonces Unión Soviética con la Orquesta Cubana de Música Moderna, época en la cual grabó varias placas y discos de larga duración que bajo el sello de la firma Areíto se divulgaron en el mercado nacional.

Para las generaciones más jóvenes, la imagen más recordada de Cuní es el antológico dúo con Pablo Milanés para interpretar el bolero «Convergencia», de Bienvenido Julián Gutiérrez y Marcelino Guerra.

Para las generaciones más jóvenes, la imagen más recordada de Cuní es el antológico dúo con Pablo Milanés

Ambos se conocieron personalmente en 1978 y, a partir de esa fecha, los unió una amistad que no era sino el resultado de una acumulación de cariño y de admiración mutua, precisó cierta vez a la prensa el integrante de la llamada nueva trova cubana.

Cuní fue también compositor, de esa faceta pueden citarse su «Congo africano», » ¡Ay mamita!», «Batanga africana»y «A bailar con la guajira», sones montunos de finales de los 50; «Lloró Changó», toque santo; » Las ansias mías» y » A ti, Benny Moré», boleros y la guaracha » Esto no se ve», entre otros títulos.
En 1981 viajó a Venezuela junto a una delegación de artistas reunidos bajo el nombre de Estrellas de Areíto, relató el director que aquella agrupación, maestro Enrique Jorrín, también pinareño.

A México fue en 1982, y resultó esa su última salida al exterior, al morir el 3 de marzo de 1984; algunas semanas antes, el 21 de diciembre de 1983, había fallecido Félix Chapotín, su amigo y compañero de innumerables jornadas.

El deceso del gran sonero, nacido el 8 de mayo de 1917 en la ciudad de Pinar del Río, conmovió a cuantos lo conocieron y admiraron, y en el caso de Juan Almeida, lo motivó a componer la letra de «Este son homenaje», cantado por Pablo Milanés.

Su primera estrofa, reza: Este son/ no se ha escrito para baile/ es un póstumo homenaje/ al que tanto son cantó/ lleno de gracia son era/ Miguel Cuní se llamó.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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