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Juan Cristóbal Gundlach, el sabio alemán que hizo de Cuba su patria

Uno de los sabios que más que realizó mayor aporte al campo de las ciencias naturales durante el siglo XIX fue Juan  Cristóbal Gundlach. Nacido en Hamburgo, Alemania el 17 de julio de 1810 este notable y hoy poco recordado científico escogió residir en Cuba a la que amó como si fuera su patria.

Desde muy niño mostró su inclinación por el estudio de las ciencias naturales a las que consagraría su vida y fue cuidador de varios museos y colecciones particulares.



Su padre, que era profesor universitario, junto a su talento natural le abrió las puertas de la Universidad de Hamburgo, donde se graduó de doctor en 1837.

Deslumbrado por las especies tropicales emprendió un viaje en compañía de unos amigos al Nuevo Mundo. Su objetivo era llegar hasta Surinam en América del Sur, entonces posesión holandesa, pero al tocar puerto en La Habana decidió quedarse en Cuba, a la que nunca más abandonaría.

Vivió un tiempo en La Habana y luego se trasladó a Matanzas y posteriormente a Cárdenas, donde fundó un museo de historia natural. La muy rica, poderosa e influyente familia Diago lo tomó bajo su protección y financió todas sus investigaciones.

Gracias al apoyo de estos mecenas pudo continuar sus investigaciones. Allí en su museo de historia natural de El Refugio mostraría por primera vez al mundo el zunzuncito o pájaro mosca, el ave más pequeña del mundo.

Incansable viajero se trasladó a los más recónditos rincones del occidente cubano para recolectar especies que aumentaran su colección. Así llegó hasta las entonces casi deshabitadas Isla de Pinos e Isla de Pinos.

Los patricios cubanos lo premiaron otorgándole la condición de miembro distinguido de la Sociedad Económica de Amigos del País y de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales.

Desgraciadamente sus mecenas fueron cayendo en la ruina y así se vio Gundlach cargado de honores pero pasando hambre. Se vio obligado entonces a venderle al Gobierno español por un precio irrisorio su magnífica colección que fue a enriquecer los fondos del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Allí consiguió un muy modesto empleo como conservador donde pasó sus últimos años.

Su final fue muy ingrato: Triste, pobre, muy anciano y olvidado, falleció el 15 de marzo de 1896 en La Habana.

Hoy un monumento en el centro histórico de la villa de San Cristóbal recuerda su presencia en la ciudad y varias de sus piezas se exhiben el Museo de Historia Natural de la ciudad.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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