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Paso de Lesca
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El Paso de Lesca, la carretera embrujada cerca de Camagüey

El Paso de Lesca, en el Municipio de Sierra de Cubitas, es uno de los desfiladeros que cortan transversalmente la Serranía que da nombre a la municipalidad. Por allí cruza el camino que comunica las planicies serpentinosas del norte de la ciudad de Camagüey con las llanuras costeras, pródigas en pastos, cañas y cítricos.



Los denominados pasos son obras utilizadas desde antes de la llegada de los españoles para atravesar desde el norte y hacia el sur, o viceversa, este territorio caracterizado por su tierra rojiza. Estos lugares son de difícil tránsito debido a la presencia de rocas calizas puntiagudas, a las que comúnmente se les llama «diente de perro». Son depresiones de origen natural, que emplearon originalmente los aborígenes residentes por aquellos tiempos en el valle al norte de la serranía, con una extensión de 60 kilómetros, aproximadamente.

El combate del Paso de Lesca

El 10 de octubre de 1868, el 10 de octubre de 1868 se alzó en La Demajagua. Comenzaba así la Guerra de Independencia. El Camagüey respaldó el alzamiento en la reunión de Las Cavellinas, a orillas del Saramaguacán. Ante las primeras acciones de los rebeldes, el ejército español envió a Puerto Príncipe una regular fuerza de infantería al mando del brigadier Juan de Lesca.

Juan de Lesca abandonó en el desfiladero a muertos y heridos en combate. Fuente: La Jiribilla.

El 18 de febrero de 1869 desembarcó por La Guanaja la tropa española. Lesca avanzó por la Sierra de Cubitas para dirigirse hacia Puerto Príncipe, que se hallaba bloqueado desde principios de ese año por fuerzas insurrectas.

Apenas el grueso de la tropa española estuvo en el centro del Paso de Hinojosa, seleccionado en precaución de posibles emboscadas, los inesperados soldados cubanos abrieron fuego. El fiero combate duró horas. Solamente a costa de una gran cantidad de bajas de ambas partes, Lesca pudo organizar su columna y abrirse paso hacia la sabana.

Estaba el desfiladero bordeado de cuevas y furnias que hacían peligrosa la marcha. Para poder aligerar el avance, el brigadier español determinó hacer arrojar en estos boquetes a los soldados muertos y tal vez a los heridos de mayor gravedad.

Lesca pudo entrar en la ciudad, sin que ello representara cambios en la situación existente en cuanto a procurar alimentos para los bloqueados.

Luego el camino fue conocido como Paso de Lesca, nombre con el que ha llegado hasta nosotros.

Gritos y quejas debajo de la tierra

Y cuenta la leyenda que muchos años después podían escucharse los gritos y quejas que en el centro del desfiladero, parecían proceder de debajo de la tierra. Los campesinos evitaban cruzar por allí de noche. Tampoco faltaron los que relataban haber visto una legión de seres demacrados corriendo o arrastrándose entre el retumbar de la fusilería.

—Son los soldados de Lesca —decían— que están enterrados en esas cuevas y a los que abandonó su jefe en el combate…

Ya entrado este siglo podían verse en el silencioso sendero o en las veredas junto al desfiladero, rústicas cruces dedicadas al eterno descanso de aquellos desventurados.

Luego el camino comenzó a ser construido. Las cuevas se rellenaron, sin que nadie se atreviera a comprobar si existían restos humanos. Las simas desaparecieron, como poco a poco ha ido desapareciendo la leyenda.

Por el Paso de Lesca cruza el camino que conduce a la Sierra de Cubitas. Fuente: Wikimedia Commons.

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Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Archivo TodoCuba

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