Juana Martín: la Dama del Dominó y su Tumba

miércoles, 7 de agosto de 2019

Si de algo nos preciamos los cubanos es de ser unos excelentes jugadores de dominó.

Tal es nuestro entusiasmo, que hasta una tumba en el Cementerio de Colón, perpetúa la pasión que una cubana demostró por este juego de mesa. Y se le llama así: «la tumba del Dominó».

Resulta que la habanera Juana Martín de Martín fue siempre una vehemente jugadora de dominó, y según se dice, lo hacía muy bien.

Juana no perdía ocasión para echar una partida y siempre tenía una excusa para sentarse a la mesa, halar tres sillas y arrastrar a visitantes o amigos a un duelo de fichas.

Para esta señora perder no era una posibilidad, sino todo lo contrario.

Había que ganar en el juego del Dominó.

Sin embargo, el 12 de marzo de 1925 fue su última partida.

Tres infartos, uno detrás del otro, terminaron con su vida al finalizar un juego, que ella esperaba ganar.

De acuerdo con el testimonio de los participantes y observadores, incluso después de fallecida, Juana se aferraba al doble tres, su cierre en aquel fatídico día.

Antonio y Luisa, los hijos de esta habanera, por aquel entonces muy jóvenes, afirmaban que su madre perdía el control si no ganaba una partida.

Y que unos días antes, no había salido victoriosa de unas cuantas de ellas.

Así que vino el desquite. Tal era la obsesión, que la mujer fue a consultar a una santera, quien le confirmó que saldría airosa aquella noche; pero no fue así.

En honor a su madre muerta, sus hijos decidieron rendirle homenaje perpetuo a su memoria y a su pasión por el juego de mesa.

De manera que mandaron a construir, encima de la lápida, una ficha grande del doble tres en mármol blanco y negro, y el orden de la partida. Así ha quedado para la posteridad la esencia de aquel suceso.

«La tumba del Dominó» siempre causa admiración y hasta donde se conoce, en ninguna otra nación del mundo, este juego se ha relacionado con el arte funerario como se ha hecho en Cuba.

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