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¿Sabías que Alberto Yarini, el chulo más famoso de Cuba, se ha convertido en una figura de culto?

El imaginario popular suele tomar caminos insospechados en Cuba. De esa forma Alberto Yarini, que fuera el chulo más famoso de la Isla en los primeros años del siglo XX, se convirtió luego de su muerte en una figura de culto a la que sus seguidores le presentan ofrendan y le hacen votos como si de un santo se tratara.



Alberto Yarini Ponce de León (1882 – 1910) provenía de una familia burguesa de clase media en la que destacaban notables profesionales. Sin embargo él, como la oveja negra de la familia se dedicó desde muy joven a frecuentar los burdeles de las zonas de tolerancia de La Habana y controlar meretrices hasta convertirse en el Rey de San Isidro, que era como decir el rey de los proxenetas.

Los contemporáneos del chulo lo describieron como un hombre imponente. No sólo era muy bien parecido y de complexión atlética, sino que vestía de manera impecable, era valiente (en buen cubano, guapo) y, a diferencia de otros proxenetas, había recibido una esmerada educación. Características todas que lo hacían muy atractivo para las mujeres de vida alegre que se derretían por él.

Diario de la época reseñando «los sucesos de San Isidro»

Tenía Yarini un gran don de gentes y no menospreciaba a nadie por su condición social. Razón por la cual llegó a convertirse en un hombre muy popular y el cacique político del barrio. Algunos aseguraban que de no haber caído cosido a balazos por cuestiones de faldas bien hubiese podido llegar a presidente de la República.

Mas, la tarde del 21 de noviembre de 1910 los chulos franceses (que tenían una disputa con los cubanos por el control de la prostitución en San Isidro) lo emboscaron y le dispararon desde varias direcciones hiriéndole de muerte. Su sepelio fue uno de los más concurridos de la República.

Tras su muerte se convirtió en leyenda y poco a poco en sectores asociados al bajo mundo termino por transformase en una especie de deidad protectora de meretrices y proxenetas.

Sus seguidores realizan ritos de carácter sacro – mágico y le hacen promesas y peticiones. En su tumba de la Necrópolis de Colón aparecen jardineras con agradecimientos, tabacos, monedas, flores, tabaco y ron.

El culto a Yarini no alcanza las dimensiones de otras figuras que el pueblo venera como santos (por ejemplo, Amelia Goyri, “La Milagrosa”, en el mismo Cementerio de Colón) su legitimación como “muerto luminoso” no puede negarse ante la presencia de un culto que se mantiene a más de un siglo de su muerte.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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