¿Sabías que la Batalla de Waterloo no fue en Waterloo?

miércoles, 10 de julio de 2019

Napoleón I, Emperador de Francia, rey de casi todo el occidente de Europa y buena parte de Oriente también, lucho en la Batalla de Waterloo.

Lo mejor del poder absoluto desde Luis XIV. Genial estratega que supo llegar desde los más bajo de la escala de mando a dominar a todos sus enemigos.

De cabo a general, de ahí a emperador.

Muchas fueron las anécdotas que encumbraron a Napoleón.

Desde las relacionadas con su sombrero hasta cuando se dirigió a sus soldados al regreso de la isla de Elba.

Con los brazos abiertos y preguntando si se atreverían a disparar sobre su soberano, pasando por supuesto por su siempre famosa pose con una mano metida por dentro del gabán, azul o gris oscuro.

De sus batallas bastante se ha escrito: castigador de austriacos y alemanes, pisoteador del orgullo inglés y prusiano, terror de españoles y rusos, hizo de las suyas en numerosos campos de combate.

Relacionado a él abordamos una vez la frase “donde Napoleón perdió el gorro”, referente a un sitio muy lejano.

En la historia, ese lugar sería Waterloo.

Donde el “pequeño cabo” dirimió el último de sus combates, fatal para su destino: derrotado, abdicó nuevamente y fue desterrado a Santa Elena, una isla de la que jamás regresaría.

¿Pero sabías que la batalla de Waterloo no fue precisamente en ese lugar?

Como lo lees, no fue allí donde terminó la aventura napoleónica. Waterloo era solo un pueblo cercano, quizás el más destacado en el mapa.

Este choque armado fue librado entre el ejército francés.

Mandado por el emperador Napoleón frente a las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington.

Y el ejército prusiano del Mariscal de Campo Gebhard Leberecht von Blücher (un hombre que odiaba al francés más que a nadie pues era de lo más orgulloso del ejército prusiano y ninguna persona le había vencido más veces que el Emperador), cerca de la localidad de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815.

Como decíamos, tras la vuelta del Emperador de su exilio en la isla de Elba.

Y al reunirse la Séptima Coalición contra él, Napoleón decide invadir los Países Bajos, donde se están reuniendo tropas de la Coalición. Se enmarca dentro de los denominados Cien Días.

El objetivo era caer con un potente ejército francés sobre las fuerzas coligadas antes de que lograran organizarse para marchar sobre Francia.

Y de esta manera desbaratarlas y volver a recuperar al menos el dominio de los Países Bajos y la libertad plena de su país, amenazado desde todas las fronteras.

Pero ninguno de los lugares donde se peleó tuvo el nombre de Waterloo.

De hecho se escenificaron combates en diversos poblados, y ninguno fue el que finalmente le dio nombre al lugar donde Napoleón “perdió su gorro”.

De hecho,  se considera como parte de la “Campaña de Waterloo”.

Todos los combates que van desde los primeros encuentros entre las tropas francesas con los destacamentos prusianos el 15 de junio, hasta la retirada final del ejército francés el día 18.

Incluyendo dentro de su contexto los combates librados en el pueblo de Ligny, en Quatre Bras, Wavre y el monte Saint-Jean, que fueron los lugares donde realmente hubo acciones definitivas.

La batalla fue bautizada por el Duque de Wellington. Tras la victoria.

Al encontrarse éste y el mariscal Gebhard Leberecht von Blücher en lo que había sido el cuartel general de Napoleón.

Blücher sugirió bautizarla con el nombre de dicho campamento, la Belle Alliance.

Pero el duque insistió en mantener su propia tradición: las batallas debían llevar el nombre donde él había pasado la vigilia, y este lugar era Waterloo.

Por otra parte los franceses utilizaron en un principio el apelativo «batalla de Mont Saint Jean» para referirse a la batalla.

Finalmente el hecho de que Waterloo fuese más pronunciable para los anglosajones, así como la hegemonía británica de los años posteriores a Waterloo hizo que ese sea el nombre con el que ha pasado a la posteridad.