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Reportaje: Mirta Díaz-Balart, la única mujer a la que Fidel Castro llevó al altar (+ Fotos)

La historia de Fidel Castro y Mirta Díaz-Balart bien pudiese calificarse como una historia a lo Romeo y Julieta, pero al estilo caribeño. Conocer al fallecido líder terminó marcando a sangre y fuego la vida de quien fuese una hermosa dama de la alta sociedad cubana antes del triunfo de la Revolución. La llegada de Fidel al poder, en el año 1959, la llevo a tomar dramáticas decisiones que fueron desde separarse de su adorado hijo, Fidelito, hasta verse enfrentada con el fallecido líder por casarse con Emilio Núñez Blanco, un enemigo a muerte declarado del entonces presidente cubano. Así terminó autoexiliándose en España, donde rehízo su vida, pero siempre con la obsesión de que no se descubriera nunca su pasado como esposa de Fidel Castro.

Los inicios de un romántico idilio



Mirta Díaz-Balart conoció al líder revolucionario cuando este aún era un estudiante de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, donde Fidel se preparaba para ser abogado. Nadie imaginó en ese entonces que había alguna posibilidad de que aquel apuesto líder estudiantil, hijo de un hacendado español, se terminaría rindiendo a los pies de una mujer que era parte de la pequeña burguesía isleña que era afecta a Fulgencio Batista.

Pocos saben ahora que Rafael José Díaz-Balart, padre de Mirta, fue alcalde primero de la ciudad cubana de Brenes y su hermano llegó a ser subsecretario de gobernación bajo el mandato de Batista.

La relación corrió sobre ruedas y ya el 11 de octubre de 1948 se habían casado por la iglesia, Fidel Castro solo tenía 22 años y Mirta 20. La luna de miel fue por todo lo alto, y aunque la familia de ella se oponía a la boda, costearon su lujoso viaje a Miami y Nueva York.

Matrimonio de Fidel Castro con Mirta Díaz-Balart. Boda religiosa. Banes, Oriente, 11 de octubre de 1948.

Solamente pasaron 11 meses, el 1 de septiembre de 1949 llegaba al mundo el primogénito, Ángel Fidel Castro Díaz-Balart, pero también fue el comienzo de las marcadas ausencias del futuro presidente cubano, quien por ese entonces ya se encontraba enfrascado en su actividad revolucionaria; y algunos aseguran que también de alguna que otra aventura extraconyugal.

Tras el asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, Fidel, como su principal líder, cayó preso y fue conducido a la cárcel de Isla de Pinos. Desde allí aseguran que envió una carta a otra mujer y que terminó en manos de Mirta, lo que conllevó al divorcio de la pareja en el año 1955.

En una de las pocas entrevistas ofrecidas por Mirta Díaz-Balart, ante el cuestionamiento sobre cuales habían sido las causas de esta ruptura, respondió: «Pues por lo de siempre. Los hombres, ya se sabe».

Tras la separación Fidelito quedó bajo la custodia de su madre, a lo que Fidel no puso ningún tipo de reparos… todo hasta que llego otro hombre al corazón de su ex esposa: Emilio Núñez Blanco, con el que contrajo nupcias poco después. Su nuevo esposo era abogado y notario público; y su suegro nada más y nada menos que un adepto político y amigo personal de Batista: Emilio Núñez Portuondo, embajador cubano en la ONU.

Fidel Castro conoció de la noticia estando exiliado en México, donde ya preparaba el golpe militar con Batista. Sus allegados confirman que montó en cólera y que bajo el engaño de que quería despedirse de su hijo por si moría en su propósito hizo que Mirta se lo enviara a México, donde lo mantuvo retenido por la fuerza.

El matrimonio duró apenas siete años, pero llegaron a tener un hijo: Fidelito

Ángel Fidel Castro Díaz-Balart, «Fidelito»

Tras la llegada de Fidel Castro al poder en el 1959, Mirta intento recuperar a su hijo, pero creyendo que ya no era seguro para ella permanecer en la isla, y aprovechando que Fidelito había sido enviado a Moscú a estudiar, decidió partir al exilio con su esposo y sus dos hijas, nacidas dentro del nuevo matrimonio, asentándose en España.

Emilio mantuvo en Madrid, donde compraron una vivienda en el centro, su actividad anticastrista y colaboraba de forma frecuente con varios periódicos contrarios al régimen en Miami. Sin embargo, los amigos íntimos de la pareja han explicado que Mirta jamás hacía referencia a su pasado porque vivía obsesionada con que nadie descubriera su identidad ni sobre su vida anterior con Fidel, evitando la vida social y sobre todo ser fotografiada.

Mirta compartía en España con dos hermanos suyos: Waldo, quien fue un cotizado pintor abstracto, y Rafael, quien fue un alto cargo del Gobierno de Batistas y vivía viajando entre España y Miami. Rafael Díaz-Balart atesoró una fortuna considerable y su obsesión hasta su muerte de leucemia, en 2005, fue ver a Fidel Castro fuera del poder; hasta juró matarlo con sus propias manos si se le presentaba la oportunidad.

La fijación de Rafael con su ex cuñado fue transmitida a sus hijos, Mario y Lincoln, quienes llegaron a ser congresistas del Partido Republicano por Florida. Ambos eran queridos por Mirta como dos hijos más y la frecuentaban en España, pasando junto a ellas largas temporadas.

Mirta idolatraba a su hijo a pesar de haber convivido poco con él en sus primeros años de vida

Las visitas de sus sobrinos le causaban cierta angustia a Mirta pues su hijo Fidelito también acudía a verla cada cierto tiempo, ella temía que coincidieran en Madrid y se enfrentaran por sus contrarias posturas políticas.

Tras el fin de la Guerra Fría, comenzaron los viajes de Mirta a La Habana para visitar a su hijo Fidelito, al que admiraba e idolatraba. Juanita Castro, la hermana de Fidel, confesó en una entrevista hace algunos años que la visita en el verano del 2006 de Mirta a la Isla fue en respuesta a una petición de su hijo, quien le pidió que viajara a despedirse de su padre y ex esposo, pues este padecía de una gravísima dolencia que terminó por llevarlo a ceder el poder y dejarlo en manos de su hermano Raúl. Esto fue negado por Mirta, quien aseguro que su hijo no hubiese sido capaz de pedirle eso, que sus viajes a La Habana siempre fueron para visitar a su hijo  y se alojaba en casa de este. «Tampoco he vuelto a ver jamás a Fidel Castro ni he hablado con él», aseguró al diario español El Mundo.

La despedida

«Recuerdo mi matrimonio con Fidel como algo lejano, pero también como una etapa muy bonita de mi juventud. Yo nunca le he deseado el mal, siempre le deseé cosas buenas», explicó a la prensa española, tras el fallecimiento de Fidel Castro. Así recordó Mirta a Fidel en su primera entrevista a un medio de comunicación, tras permanecer alejada de los espacios de información pública por más de medio siglo.

Mirta fue la única mujer que logró llevar a Fidel Castro al altar

Fidel Castro jamás volvió a llevar a otra mujer al altar. «Me casé una vez, no hace falta más», dijo el fallecido líder una vez ante varios medios de comunicación que le preguntaron sobre la separación con Mirta.

Ella por su parte confesó que al conocer de la muerte de Fidel rezó por su alma. «En nuestra separación nunca hubo malas palabras, rompimos civilizadamente. Yo jamás le he deseado ningún mal», sentenció.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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