Ocho curiosidades de la Historia Colonial de Artemisa que quizás no conocías.

martes, 3 de octubre de 2017

Muy cerca de las proximidades de la urbe capitalina cubana se comienza a respirar el oxígeno más puro y es precisamente de allí, de la tierra de la Diosa del Silencio: Artemisa, de donde te  ofrecemos algunas curiosidades históricas sobre el surgimiento esta provincia:

En las cercanías de donde hoy se encuentra esta ciudad ya existían corrales (o fincas) desde fines del siglo XVI.

Eventualmente la población comenzó a edificar algunas casas próximas al camino de La Habana a Pinar del Río. En la primera década del siglo XIX, ya había varias casas en la llanura donde eventualmente se asentó esta ciudad.

Durante esos años se le conoció por Villa Roja, a consecuencias del color de la tierra de la zona. Esa fue la era cuando toda el área, de lo que es el municipio, adquirió considerable auge debido al cultivo del café implementado en esa región.

En el año 1818 se fundó el poblado. Surgió a raíz del incendio acaecido el 25 de abril de 1802, en los Barrios de Jesús María y Guadalupe en la ciudad de la Habana que dejó sin hogar a muchas familias y que presionó al Real Consulado de Agricultura, Industria y Comercio a aprobar la creación de poblaciones en zonas extramuros.

En ese año, gracias a la donación de don Francisco de Arango y Peñalver, se hizo realidad la edificación de una iglesia; aunque anteriormente ya se había edificado una ermita. Se inauguró la iglesia el 22 de diciembre de 1825 bajo la advocación de San Marcos Evangelista, quien es el santo patrón de la ciudad.

En 1875 tenía cuatro escuelas. En 1891 ya contaba con tres escuelas para niños, dos para niñas y además tenía dos escuelas privadas.

Por Real Decreto, el 9 de junio de 1878 se estableció el municipio por su mismo nombre, al cual esta ciudad se le asignó como cabecera. El primero de enero del siguiente año se celebró la primera sesión del nuevo ayuntamiento. El edificio se inauguró el 5 de mayo de 1901.

El territorio de Artemisa sufrió en ese período la política de «Reconcentración» del Capitán General Valeriano Weyler, precedente directo de los campos de concentración Nazi, producto a esto entre 1896 y 1897 se registran en los archivos de la iglesia de Artemisa, más de 7600 muertos solo entre los reconcentrados.