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Manuel Antonio, el misterioso peregrino que levantó el Santuario de la Virgen de Regla y desapareció de un momento a otro sin dejar rastro

A lo lejos se ven las alturas de Atares, las edificaciones de la villa de Guanabacoa, la elevación de la Cabaña, el pueblo de Casa Blanca, y un poco más cerca el caserío de pescadores de Regla.



Todos lo llamaban “El Peregrino”, aunque también respondía por el nombre Manuel Antonio, sin apellido. Nunca nadie supo de donde vino, ni su país de origen. Ni como había llegado al caserío de Regla. Decía que había estado en los santuarios de Palestina. Hablaba de sus viajes por tierras lejanas. Lo que si llamaba la atención a los vecinos, era cada vez que había un enfermo, allí él estaba, y se quedaba hasta el siguiente día atendiéndolo. Su vida era un misterio. Su fe, era Dios, al que mencionaba en todos sus actos.

Hizo el compromiso de levantar un santuario a Nuestra Señora de Regla ya que era carpintero. El lugar escogido por él no resultó del agrado de otros en el caserío. El carpintero Francisco del Águila le persuadió que el mejor lugar era un solar vacío propiedad de don Pedro Recio Oquendo, que era dueño del ingenio “Guaicanimar”, rico propietario habanero. Este se ofreció a darle el solar a condición de que le ayudara a reparar los techos de varios barracones de su propiedad.

El 3 de marzo de 1687 alcanzó el permiso para construir la ermita. Levantó su pajizo techo, paredes y terminó su altar. Los vecinos del caserío y pescadores lo ayudaron. La labor fue dura. Al fin quedó terminada, pero en el año de 1692 la derribó la tormenta de “San Rafael”, para que “El Peregrino” la volviera levantar.

La imagen de la Virgen de Regla fue traída de España por el Sargento Mayor Pedro de Aranda

Los vecinos hablaban de milagros y de curas, él mantenía una vida aparte, vivía en un bohío afuera del caserío, compartía su comida con muchos marineros que se quedaban en la ciudad de La Habana y venían al caserío a recibir su ayuda.

La celebración de la primera fiesta en el Santuario, el 8 de septiembre de 1694, estuvo presidida por el Obispo Don Diego Evelino de Compostela, el Lcdo. López Ruiz de Salazar, que fue el que juro por patrona de la bahía a Ntra. Sra. de Regla. La imagen había sido traída de España por el Sargento Mayor Pedro de Aranda. Flameaban las banderas. El pueblo en la calle y una multitud de barquichuelos engalanados con sus humildes adornos. Los esclavos de las propiedades cercanas descansaron ese día. Fue proclamada Patrona de Regla el 23 de diciembre de 1714.

En un día tan importante y en medio de dicha celebración todos se preguntaban dónde estaba “El Peregrino” que no aparecía por ninguna parte. Todos los buscaban en vano, el alcalde, el Obispo. Desde temprano en la mañana había desaparecido. Según los documentos de los archivos de Regla, después de aquel día desapareció sin volver más.

Hay relatos que lo ubican al pasar de los años en Bayamo, cuando se presentó la “Peste”. Luego lo vieron en Santiago de Cuba, más tarde se dijo que lo habían visto en Veracruz. “El Peregrino” dejó como constancia su trabajo en levantar el santuario de la Virgen de Regla, que ha perdurado hasta los días de hoy como muestra de su fe.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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