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La increíble odisea de los últimos cubanos que llegaron a Estados Unidos antes del fin de la política de pies secos/pies mojados

Selvas, ríos y caminos solitarios y peligrosos tuvieron que recorrer Marta Amaro y Lisbet Barrios para poder cruzar la frontera de México con Estados Unidos, justo antes de que el expresidente estadounidense Barack Obama decidiera poner fin a la política de pies secos/pies mojados. Nada menos que un recorrido a través de once países y más de 13 000 kilómetros.



Marta, una obrera de 53 años y Lisbet, una bailarina de 25 que se prostituía en las noches decidieron abandonar Cuba el 13 de mayo de 2016. Sin deseos de arriesgar la vida en una balsa para intentar alcanzar las costas de Estados Unidos en una balsa, compraron dos pasajes en avión hacia Guyana, uno de los pocos países de América que no exigen visado a los cubanos. Entonces no sospechaban que esos 2 000.00 dólares para poner el pie en el país sudamericano eran sólo el comienzo de una odisea tan peligrosa como la de intentar abandonar la mayor de las Antillas a bordo de una balsa.

Cuando aterrizaron en Georgetown no sabían qué hacer. Su planificación sólo había llegado hasta allí. Vagaron sin rumbo hasta que encontraron a un cubano que se dedicaba al tráfico de personas y las condujo hasta la frontera de Brasil en un microbús abarrotado de inmigrantes. Fue un trayecto agotador de 18 horas en el que tuvieron que invertir 350 dólares por cada una. Al llegar al umbral de gigante sudamericano no tenían más que 2000.00 dólares en sus carteras, una cantidad insuficiente tanto para seguir adelante como para regresar.

Lisbet, una bailarina de 25 que se prostituía en las noches decidió abandonar Cuba el 13 de mayo de 2016

En Brasil entraron en canoa cruzando un río y de allí continuaron hasta Manaos, la capital del Estado de Amazonas. Incluso en esa apartada ciudad brasileña quedaron pasmadas con los supermercados: Había de todo y en cantidades. Jamás en Cuba habían observado algo semejante.

Como andaban escasas de efectivo, Lisbet acudió a lo que mejor sabía hacer en Cuba, hacerse “amiga” de los traficantes y los policías cuando la cosa se ponía fea. Así pudo resolver en Perú, donde los agentes las detuvieron en la frontera y les negaron la entrada porque no poseían visado.

Sólo después que Lisbet habló con ellos les permitieron el paso, e incluso las condujeron en un coche oficial hasta la casa donde vivían los traficantes. Desde entonces les quedó claro que en las naciones latinoamericanas los funcionarios trabajan en conjunto con los coyotes y que tocando las teclas adecuadas ninguna frontera era infranqueable.

En Perú se unieron a una caravana de inmigrantes ilegales que los traficantes de personas condujeron a caballo hasta la frontera de Ecuador. En ella había nepalíes, indios y hasta somalíes que se dirigían a los Estados Unidos. Fue un trayecto durísimo en que para poder tomar agua tenían que comprárselas a sus guías a diez dólares la botella.

En Perú se unieron a una caravana de inmigrantes ilegales

Llevaban ya 23 días de viaje y 4 000 kilómetros vencidos cuando entraron en Ecuador. Allí pagaron a un camión para que las condujera a Colombia. Durante el trayecto hicieron amistad con los conductores para que se encargaran de preparar el cruce hacia Panamá, la parte más complicada del recorrido.

Sin embargo, estos no regresaron, ni tampoco los más de 1000 dólares que le entregaron para que prepararan la operación. Realmente tuvieron mala suerte, pues los traficantes de personas tratan de mantener una reputación de cumplir sus contratos, pues saben que se encuentran en un negocio que funciona sobre la base de las recomendaciones; y perder prestigio suele restar clientes.

Sólo llegar hasta el Tapón del Darién, el brazo de tierra que comunica Colombia con Panamá les resultó agotador. Tuvieron que viajar a pie, a caballo, en moto, en barco y luego caminar seis días a pie por la selva. Un verdadero infierno para dos mujeres acostumbradas a vivir en la ciudad.

Pronto se fueron rezagando y finalmente los traficantes las dejaron detrás. Se refugiaron en una cabaña y aguardaron tres días para incorporarse al grupo que venía detrás. En eso comenzó a llover a cántaros y los ríos crecieron. Sólo pudieron vencerlos con la ayuda de los haitianos que las ayudaron a cruzar. Los nepalíes y otros que temían al agua quedaron abandonados en las orillas.

Tuvieron que viajar a pie, a caballo, en moto, en barco y luego caminar seis días a pie por la selva

Cuando llegaron a Panamá estaban ya sin un centavo y la etapa hasta Honduras costaba 1 500.00 dólares. En la misma medida en que se acercaban a su destino los precios no hacían más que subir. A eso había que sumar que los gobiernos centroamericanos habían cerrado los pasos fronterizos a los cubanos y había que atravesarlos por zonas despobladas a través de la selva lo que hacía aún más penosa la travesía.

Hasta ese momento un amigo de Lisbet les había mandado dinero por Wester Union pero cuando estaban en Nicaragua decidió no girarles ni un dólar más. Finalmente accedió a enviar efectivo, pero sólo para Lisbet, ni un centavo para Marta.

Esta reaccionó mal y les dijo a los coyotes que Lisbet y una fotógrafa iban documentando toda la travesía. Los traficantes las metieron a la fuerza en un carro y las abandonaron en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua sin un dólar en el bolsillo.

Así se separaron Marta y Lisbet. La primera debió seguir sola y sin dinero con unos quince hombres y Lisbet se quedó sola con la fotógrafa; cruzó Honduras y Guatemala en ómnibus y entró a México vadeando un río. En la frontera azteca la policía la despojó de todo su dinero. En ese país todo le fue más fácil, incluso los agentes la llevaron en carro hasta la frontera de Estados Unidos, donde tomó un avión para reunirse con Joey en Chicago.

Lisbet se quedó sola con la fotógrafa; cruzó Honduras y Guatemala en ómnibus y entró a México vadeando un río

Marta también se las arregló para llegar a Laredo y entrar a territorio estadounidense horas antes de que el presidente de Estados Unidos decretara el fin de la política de pies secos/pies mojados.

Cuando ambas se enteraron por las noticias de que esta había llegado a su fin quedaron conmocionadas. De haber sufrido cualquier otro retraso todo el esfuerzo hubiese sido en vano, como le sucedió a tantos y tantos cubanos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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