fbpx

La desconocido historia de cuando Fidel Castro cayó preso en México y le pudo costar la vida, pero lo resolvió con un soborno de 50.000 dólares

La esquina de Emparan y Puente de Alvarado, en la Ciudad de México, alberga hoy una tienda de comida. Hace 62 años en ese mismo lugar fue detenido Fidel Castro cuando huía de un atentado contra su vida, según el hijo del policía que lo capturó.



Castro habría ofrecido un soborno: “Chico, no me mates, te ofrezco 50,000 dólares, 50,000 dólares”, le dijo al policía Fausto Max Morales, de acuerdo con el relato que hizo a su hijo.

Morales pensó que la oferta era demasiado alta para un delincuente común. “Mi padre lo que interpretó fue que el ofrecimiento que le hacían era porque se trataba de una gente del narcotráfico, porque esas cantidades de 50,000 dólares en ese tiempo, el 56, era un mundo”.

Ante la duda de quiénes eran Castro y sus dos acompañantes, Morales asegura que su padre -militar y policía- los llevó presos a su oficina en la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la temida policía política mexicana de la segunda mitad del siglo XX.

Ahora esta anécdota casi desconocida de la biografía del exdirigente cubano, formará parte de una película, adelantó el abogado mexicano Max Morales, hijo de aquel policía.

Castro siempre admitió que su final podría haber ocurrido en esa esquina de la Ciudad de México. En una entrevista con Ignacio Ramonet y en otras con distintos periodistas, Castro recordó la anécdota, pero omitió el ofrecimiento del dinero.

“Tuvimos suerte, tropezamos con la policía más seria. Hay un agente que era del Ejército y dirigía una unidad. Creían que éramos contrabandistas o algo así, porque nos hicimos sospechosos. De milagro no nos matan…”, contó Castro a Ramonet.

Durante años, Morales ha intentado reconstruir la última semana de junio de 1956, confirmando con documentos y otros testimonios los detalles que su padre le contó en largas conversaciones al final de su vida.

Fausto Max Morales formaba parte de la recién creada policía política del régimen, organizada por el presidente Adolfo Ruiz Cortines, y que sería dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios, quien a la postre se convertiría en amigo personal de Castro.

¿Una detención casual?

Las oficinas de la DFS se hallaban a dos calles de la casa de María Antonia González, una cubana residente en México que había facilitado su domicilio como sitio de reunión de los revolucionarios cubanos, que entonces organizaban una expedición a Cuba para derrocar al dictador Fulgencio Batista.

La cercanía de la casa de María Antonia con las oficinas de Fausto Max Morales es apenas uno de los elementos contingentes que aparecen en esta historia. Para emplear el término usado por Max Morales, se trató de hechos fortuitos, incluida la captura del entonces joven revolucionario.

Hasta ahora, las versiones conocidas de esa detención de Castro y otros expedicionarios cubanos en México provenían de distintas entrevistas que dio el propio exlíder cubano durante su vida y de un largo informe elaborado por Gutiérrez Barrios, que fue desclasificado en el Archivo General de la Nación en México.

El historiador cubano Rafael Rojas ha revisado ese informe y aseguró que allí se refieren muchos detalles de las circunstancias en que estaban conspirando los cubanos en ese momento en México, pero no que la detención se debiera a una casualidad.

“Lo que sigue siendo muy interesante es la contradicción que hay entre ciertos detalles del relato de Gutiérrez Barrios con la visión que transmitía el propio Fidel Castro en sus últimas entrevistas (…) muchos de los detalles, como que le ponen la pistola en la nuca, que lo arrestan detrás de una columna en una obra de construcción, que los venían siguiendo, que tenían fichadas varias casas de seguridad de ellos”, explicó Rojas.

Con esta credencial el policía Fausto Morales se identificaba como miembro de la Dirección Federal de Seguridad de México.

A diferencia del informe, el relato que ha documentado Morales –y que ya inscribió en el Registro de Autor en México– señala una vez más la casualidad de la detención. No fue un operativo especial, sino solo el hecho de que los policías salieran a comer a un restaurante cercano a las oficinas de la DFS.

Esa noche del 20 de junio de 1956, Castro y otros de sus compañeros habían regresado a la Ciudad de México desde el rancho Santa Rosa, en el vecino municipio de Chalco. Allí realizaban prácticas de tiro, como entrenamiento para un movimiento armado que finalmente iniciaron meses después en el oriente de Cuba.

Al llegar a Polanco, los cubanos detectaron un extraño movimiento de coches y huyeron hacia la casa de María Antonia González para resguardarse. El encuentro con Morales sucedió a pocos metros de esa casa.

“Él me dice que ve venir caminando a tres personas y que cuando se ven a la cara no hacen clic y se ponen ellos muy nerviosos. En ese momento también venía atrás de ellos un coche que se detiene. Cuando ellos pasan delante de mi padre, ahí se produce una especie de mayor confusión. Fidel y su gente yo creo que piensan que mi padre y su amigo eran de las gentes de las que venían huyendo”, contó Morales.

De acuerdo con la investigación de Morales, su padre terminó involuntariamente salvándole la vida a Castro, ya que la detención descarriló los planes de un nuevo atentado que perpetrarían varios agentes del servicio secreto mexicano y un enviado de Batista a México.

Para Rojas este capítulo también MUESTRA una pugna entre distintas corporaciones de seguridad mexicanas que no está reflejada en los informes. Si bien una parte de los servicios de seguridad habría participado en un ataque, la otra lo protegió al detenerlo.

“Me parece que es importante que haya una mejor comprensión de las diferencias entre distintos brazos del aparato de seguridad en México y que hubiera digamos actores diferentes con objetivos distintos; algunos en el Servicio Secreto ligados a los intereses del régimen de Batista de eliminar a Fidel Castro y al grupo de dirigentes de los expedicionarios del Granma y por otro lado una investigación formal a la que le da curso la Dirección Federal de Seguridad a cargo de Gutiérrez Barrios”, consideró Rojas.

Los expedicionarios cubanos fueron detenidos en México y poco después huyeron en el yate Granma hacia Cuba

La detención de Guevara y Bayo

Después de la detención de Castro, los policías de al DFS catearon varias casas de seguridad que usaban los cubanos y así determinaron que no eran contrabandistas.

“Esa misma noche detienen el coche de Fidel y encuentran en el departamento todo un arsenal y propaganda subversiva. Entonces ya ven que no se trata de algo de narcotráfico sino que ya es algo más serio. Tenían el armamento más moderno que había en ese momento”, contó Morales.

En el allanamiento, según este relato, los policías hallaron un mapa que los llevó hasta el Rancho Santa Rosa, una vieja Hacienda en el municipio de Chalco, vecino de la capital mexicana.

El policía Morales habría llevado a Castro hasta allí, donde detuvieron a Ernesto ‘El Ché’ Guevara, otros expedicionarios y a Alberto Bayo, un refugiado republicano español que durante décadas había entrenado a guerrilleros en México para derrocar a dictadores de Centroamérica y el Caribe.

En los cateos a los departamentos que usaban los revolucionarios cubanos encontraron armas automáticas

“Bayo era una personalidad muy conocida en los círculos republicanos españoles y en los círculos políticos mexicanos así que yo creo que su arresto o la aparición de su nombre en la investigación debe haber sonado las alarmas dentro de los sectores políticos y militares importantes de México”, dijo Rojas.

El informe que acopió el hijo de Morales incluye una serie de fichas de los detenidos, varios de los que posteriormente llegaron a ser altos dirigentes del régimen castrista. Él asegura que varias de las fotografías menos conocidas permiten comprender cómo se organizó la insurrección en México.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba