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La curiosa historia del Martí del Parque Central de La Habana

Ya entonces los habaneros comenzaban a llamar Parque Central a la antigua Plaza de Isabel II, tal vez por imitación a su similar de Nueva York, y entre las curiosidades que distinguen a este lugar están las ocho tumbas simbólicas en forma de canteros o jardineras, con las cuales se rinde tributo a los estudiantes de Medicina injustamente fusilados por los colonialistas españoles, el 27 de noviembre de 1871.



La obra fue construida en mármol de Carrara por el destacado escultor cienfueguero José Villalta Saavedra quien empeñó sus ahorros y pertenencias para completar el precio estipulado para su ejecución.

La ceremonia de inauguración estuvo encabezada por el Generalísimo del Ejército Libertador Máximo Gómez y el presidente Tomás Estrada Palma.

La elevación del monumento al Apóstol se hacía de acuerdo con el resultado de una encuesta que, anunciada por el periódico El Fígaro ya desde el 30 de abril de 1899 -a pocos días de haber sido removida la figura de la reina española-, había preguntado qué estatua colocar allí a nuestros hombres más distinguidos, guerreros, políticos, escritores, poetas y personalidades salientes del mundo intelectual cubano, habiéndonos complacido en hacerla extensiva a los prohombres del antiguo autonomismo y a miembros caracterizados de la prensa española.

La obra fue construida en mármol de Carrara por el destacado escultor cienfueguero José Villalta Saavedra

De las 105 personalidades encuestadas, a favor de Martí votaron 16, y se encontraban divididos los demás sufragios de esta forma: Carlos Manuel de Céspedes (13), Estatua de La Libertad (8), José de la Luz y Caballero (7), Cristóbal Colón (5), Cuba Libre (4), La República (3), y la Independencia, la Revolución y la Concordia (2 votos cada una, al igual que la estatua del rebelde cacique Hatuey).

Entre los votos favorables al Apóstol se contaban los de sus allegados Fermín Valdés Domínguez, Juan Gualberto Gómez —quien respondió a la encuesta lacónicamente: «Martí»— y Miguel F. Viondi. A ellos se sumaron siete hombres de letras, entre ellos Esteban Borrero Echevarría, Diego Vicente Tejera y Leopoldo Berriel, y cuatro poetisas: Aurelia Castillo de González —que propuso una estatua compartida con Carlos M. de Céspedes—, Martina Pierra de Poo, Mercedes Matamoros y Nieves Xenes, además de la patriota Rosario Sigarroa.

Dentro de la población, tras encuesta emitida por el periódico El Fígaro, la idea de ser una Estatua de José Martí, alcanzó 375 votos.

Correspondió entonces a la Asociación del Monumento a Martí —que había sido constituida en 1900—, recabar más fondos para consumar el proyecto.

En lo adelante, su Comisión Ejecutiva contrataría al escultor cubano radicado en Roma José Vilalta de Saavedra, tras lo cual se decide el material (mármol) que habría de emplearse en la estatua y el precio de su ejecución, valorado en 4 500 pesos en moneda americana y cubierto en tres plazos, incluyendo su puesta en La Habana desde Italia.

El acto de inauguración se realizó a las nueve de la mañana del 24 de febrero de 1905, se izó «la bandera nacional por el ilustre general Máximo Gómez, a los acordes de la Marcha de la Invasión», según estipulaba el programa.

Después de una breve alocución de Gómez, se descorrió el velo del monumento por «el señor presidente de la República, a los acordes del Himno Nacional», quien también dijo unas breves palabras. Otros oradores subieron al podio durante el acto, al que asistieron Leonor Pérez, Carmen Zayas Bazán y Amelia Martí, y que concluyó cuando por iniciativa de Juana de Varona, hermana del general Bernabé Varona, Bembeta, se colocó en el pedestal del monumento un clavo de oro con la inscripción “La hermana de Bembeta”.

El acto de inauguración se realizó a las nueve de la mañana del 24 de febrero de 1905

Eran las once y cuarto, y por la tarde todo estaba preparado para las tres y media, cuando miles de niños desfilarían frente a la estatua. Por la noche, el Parque Central habría de encenderse con sus bombillas y una banda de música concluir la jornada con una retreta.

A partir de ese momento los habaneros tendrían el orgullo de contar con la presencia de José Martí que en lo alto les guiaría por el camino de la libertad obtenida definitivamente con Fidel al frente el 1ro. de enero de 1959.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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