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Fernández Supervielle, la desconocida historia del político en importancia en Cuba después de Batista y que terminó con un disparo en el corazón

Las historias encarnadas alrededor de la gama de políticos que ocuparon cargos en la Isla en el siglo XX son verdaderamente sorprendentes, unas destacan por los sucesos corruptos y escándalos en los que se vieron involucrados y otras por ejemplos donde la consagración, humildad y apego a los valores humanos y cívicos las hicieron trascender, esta es la historia del político de importancia en Cuba después de  Batista.



Quienes recuerdan algunos de los escándalos por aquellos tiempos de seguro mencionaran el sonado atraco ocurrido en 1948, perpetrado por el entonces titular de Educación José Manuel Alemán en las bóvedas del Ministerio de Hacienda, en el que se apoderó de varios millones de dólares entre billetes y monedas, pero no todos los ejemplos son de acciones corruptas como esta.

Existen otros hombres en los que primaba el apego a los más genuinos valores de honradez y respeto al pueblo y a sus valores, entre los que destacan Eduardo Chibás y Manuel Fernández Supervielle, precisamente sobre este último nos detendremos a narrar un poco por lo poco conocido de su labor y su crecida carrera política en la que llegó a representar la carpeta de Hacienda y Alcaldía de la Habana, calificado en aquellos años como el puesto más notable del país después del Presidente de la República.

Manuel Fernandez Supervielle, monumento en su honor ubicado en la Habana Vieja en Cuba. FUENTE: La Jirbilla

¿Quien era Fernández Supervielle?

Fernández Supervielle nació en el año 1894 y se graduó en la carrera de derecho de la Universidad de la Habana, que a su vez era la única Casa de Altos Estudios del país hasta el año 1947 cuando se funda la Universidad de Oriente.

Su dedicación no solo priorizó la política sino que mucho antes de lanzarse en esta carrera que le costaría la vida, se destacó por su anegada carrera como jurista dirigiendo la Federación Internacional de Abogados y otros importantes cargos del sector legislativo, y como docente asumiendo la enseñanza del derecho en la emblemática Universidad del Alma Mater.

Fue elegido miembro de la Cámara de Representantes en el año 1936, cargo que desempeñó durante dos años y luego fue parte del equipo redactor de la valiosa Constitución de 1940.

toma de posesión de Fernandez Supervielle en La Habana. FUENTE: youtube

Una vez electo el Presidente Ramón Grau San Martín fue convocado para llevar la dirección del Ministerio de Hacienda, que ya era famoso por tener en su seno a muchos de los más corruptos funcionarios públicos del momento.

Muchos son los estudiosos e investigadores históricos que consideran su labor como sui géneris partiendo de las muestras de decencia política, respeto al pueblo, severidad así como capacidad administrativa en los marcos de un Gobierno.

Pero sin dudas su nombre quedó marcado en la impronta histórica de nuestro país a partir de año 1946 cuando resultó electo alcalde de La Habana, tarea que desempeñó hasta su muerte ocurrida tan solo en menos de un año de la elección a tan comprometido cargo.

La promesa política que lo llevo a triunfar en las urnas fue la construcción del acueducto en la ciudad, tema medular y sensible para los habitantes de la capital por aquellos años en los que resultaba imposible abastecer a toda la población habanera que ya arribaba al millón demográfico.

Su tarea como primera figura de la Habana la cumplió con enorme cabalidad , pero quizás su error estuvo en hacer promesas de las cuales no estaba seguro poder cumplir , tal como sucedió con el servicio de abastecimiento del agua que nunca tuvo respuesta a pesar de sus incesables esfuerzos a través de reformas técnicas y financieras.

Eso causó como era de esperarse que las personas dejaran de ver su brillo y se centraran en sus manchas, marcadas en este caso por una promesa incumplida al no lograr aunar las fuerzas de las partes involucradas en hacer realidad el proyecto del acueducto.

Pasaba el tiempo y al no verse una solución al problema, su figura fue objeto de fuertes cuestionamientos, presión por parte de sus contrarios y una incansable burla por su gestión incumplida, fue este el momento en el que sus valores llegaron a ser más fuertes que la perseverancia y la explicación al pueblo al no poder soportar las afrentas populares de las que ya era objeto.

Lo Ocurrido al no poder cumplir con el proyecto del acueducto….

Esta situación lo llevó al suicidio el 4 de mayo de 1947, acto que llevo a cabo en su despacho a través de un disparo que según cuentan fue al corazón y que lo perpetuó como un modelo de decencia.

Pero a pesar del horrible suceso, el cubano, caribeño a fin de cuentas, siempre se las arregla para sacar de cada situación un momento de sarcasmo en el que se burla hasta de sus realidades.

Este trágico hecho además de pasar a la impronta a través de los libros como un error político grave al prometer y no cumplir, quedó sellado por pobladores y amas de casa de la Isla cuando exclaman a la llegada del agua a sus hogares luego de unos cuantos días de ausencia “¡¡¡Agua, Supervielle!!!”.

De esta manera damos a conocer un pedazo de la historia a través del protagonista de esta historia Fernández Supervielle, el político en importancia en Cuba después de Batista y que terminó con un disparo en el corazón.

Acueducto de La Habana. FUENTE: miradondepisas

Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Ecured

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