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¿Estuvo realmente Cristóbal Colón enterrado en La Habana?

Cristóbal Colón nunca conoció a La Habana. Él se perdió la maravilla de admirar el puerto bahía al que arribó hacia 1509 Sebastián de Ocampo en su circunnavegación del archipiélago para averiguar si realmente era isla o continente. Aquí Ocampo carenó, reparó sus naves y nombró Puerto Carenas a esa zona que diez años más tarde sería el asiento definitivo de la villa, denominada en principio solamente San Cristóbal, en homenaje al santo mártir y al glorioso padre del entonces Almirante Diego Colón.



Al alba del domingo 28 de octubre de 1492 el Gran Navegante contempló el sitio más bello que había visto jamás y creyó haber llegado a Cipango (Japón), mas era Cuba. En 1494, realizó una exploración a lo largo de la isla, pero por la costa sur, en su búsqueda de la ruta hacia La India. Cristóbal Colón ha realizado la aventura descubridora más importante en la historia de la humanidad, el mayor ensanchamiento de las fronteras oceánicas de Europa, posibilitado el encuentro de dos mundos, pero va a morir con aquella obsesión sin hallar la paz. Y la intranquilidad, el desasosiego, lo perseguirán aún después de muerto.

Habitando en el reino de la duda está la historia de que los restos mortales de Cristóbal Colón llegarían a La Habana en 1795 procedentes de Santo Domingo, donde descansaban desde una fecha incierta. El Gran Almirante de la Mar había muerto en Valladolid el 20 de mayo de 1506 y estuvo sepultado en el claustro de San Francisco, en esa ciudad, hasta 1509 en que fue transferido al monasterio de las Cuevas, en Sevilla, donde oficiaba el padre Gorricio, su amigo y confidente. Allí permaneció algún tiempo, hasta que entre 1537 y 1559 se decidió que debía reposar en la isla de La Española, pilar de sus descubrimientos en esta parte del universo.

Altar donde descansaban los restos de Cristóbal Colón en la Catedral de La Habana

Los restos fueron colocados junto a los de su hijo Diego, su hermano Bartolomé, el tercer almirante don Luís y su hijo don Cristóbal. Pero, con el Tratado de Basilea, el sitio deja de pertenecer a España y el duque de Veragua ordenó transportar los itinerantes restos de Colón hacia La Habana.

A la capital cubana llegaron a bordo de una nave llamada “Descubridor” y fueron depositados en la Catedral, junto al altar “del Evangelio” bajo una lápida con la inscripción “O restos é Imagen del grande Colón – mil siglos durad guardados en la Urna– Y en la remembranza de Nuestra Nación”.

La otra versión

Sin embargo, hay una versión que desmiente la autenticidad de los yacentes restos de Colón, primero en La Habana y más tarde en Sevilla. En 1877, monseñor D. Fr. Roque Cocchia, obispo de Oropa, delegado apostólico de Santo Domingo declaró haber encontrado, en el presbiterio de la catedral, la tumba de don Luís Colón, y junto a ésta, la del Gran Navegante. Sostiene Cocchia que los restos del Primer Almirante nunca se fueron de Santo Domingo y que a La Habana vinieron a parar los de su hijo don Diego, por error o por voluntad de los dominicos, quienes en 1795 tenían la custodia del templo.

Por su parte, en España, muchos están convencidos de que los restos de Cristóbal Colón sí fueron trasladados a La Habana en 1795 y que la versión de monseñor Cocchia es falsa. Tampoco falta quien diga que los restos del gran genovés están bajo el suelo del convento de Las Cuevas, e incluso quien asegure que nunca salieron de Valladolid.

Mas, en ningún caso, Cristóbal Colón llegó a conocer una ciudad que lo recuerda de muchas formas. Curiosamente, su nombre vivió y sobrevive en lugares bien diversos. El primero de todos, por su relevancia, es la necrópolis, el monumental cementerio del Vedado, repleto de obras escultóricas, fuente de atracción para los interesados en el arte funerario. Pero también se nombra Colón la popular calle del centro de la urbe que atraviesa uno de los barrios que años atrás albergara grandes dosis de vida alegre. Así, en esos dos polos, entre el ruido de la vida y el silencio de la muerte, pervive en La Habana la memoria intranquila del Eterno Viajero.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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