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Edificios de microbrigadas, el invento de Fidel Castro con el que se quiso resolver el problema de la vivienda en Cuba…

El desastre económico en que quedó sumida en apenas una década provocó que la construcción de viviendas por el Estado cayera a niveles mínimos en 1970. Fue entonces que a Fidel Castro durante el discurso en conmemoración del 26 de julio lanzó por primera vez la idea de que la gente participara en la construcción de sus propias viviendas. Seis meses después se creaban las primeras microbrigadas, en un esfuerzo más de que a los cubanos se les fuera olvidando el disparate de la Zafra de los Diez Millones.



Por este sistema – que económicamente resultaba bastante ruinoso – los trabajadores seguían recibiendo sus salarios mientras levantaban las casas en las que iban a vivir en el futuro. Estos no perdían sus plazas aunque permanecieran por años en las microbrigadas y el 20 % de las viviendas que terminaran pasaban a ser propiedad del Estado.

Una micro (como la llamaron los cubanos) se componía de 33 obreros, que debían construir un edificio de cinco plantas y 30 apartamentos en nueve meses, trabajando de lunes a sábado de 8:00 am a 6:00 pm y media jornada los domingos. Sin embargo, los plazos raras veces se cumplían. En parte por la poca calificación de la fuerza, en parte porque el Estado desviaba a las micros para que trabajaran en la construcción de obras sociales y pública.

Una microbrigada se componía de 33 obreros, que debían construir un edificio de cinco plantas y 30 apartamentos en nueve meses

Dos resultados visibles tuvieron las micros en Cuba: El primero muy bueno: que cientos de miles de cubanos pudieran acceder a una vivienda; el segundo muy malo: Llenar las ciudades de edificios monótonos y horribles que terminaron convertidos en ciudades dormitorios y crearon otros problemas a las urbes.

El peor ejemplo de la microbrigada es Alamar, al este de La Habana, donde hoy se encuentran los apartamentos más baratos de la ciudad porque nadie quiere ir a vivir allí. La construcción de ese reparto fue supervisada personalmente por Fidel Castro, quien realizaba una visita semanal al lugar.

Así y todo el proyecto de ese reparto resultó en una completa porquería. Las calles se trazaron por detrás de los edificios en vez de por el frente; los jardines y espacios verdes se juzgaron innecesarios en aras de ahorrar espacio, comenzó a fallar la llegada de los materiales, escaseo la fuerza de trabajo y cuando los economistas echaron mano a la calculadora se dieron cuenta de que aquello no daba la cuenta.

El peor ejemplo de la microbrigada es Alamar, al este de La Habana

Años después, Fidel Castro, culpó a los técnicos de los fracasos del movimiento de microbrigadas. Los acusó de “teóricos” y de haber desalentado el movimiento. Sin embargo, olvidó mencionar que por órdenes suyas se sacaron de las obras decenas de miles de obreros para construir otros proyectos o enviarlos como constructores a Angola.

No obstante, se construyeron cientos de miles de viviendas en el país.

El golpe final a las microbrigadas vino, sin embargo, de allende el mar. La caída del muro de Berlín sumió a Cuba en la crisis económica más profunda de su historia. Todas las obras debieron ser paralizadas y los microbrigadistas fueron a parar a Comunales o la Agricultura, pues sus empresas de origen también habían cerrado.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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