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Chelito, la bella cantante de cuplé que dio calabazas a un rey de España por el amor de un cubano

Hija de un matrimonio español la bella Chelito, cuyo nombre era Consuelo Portela Audet, fue una cantante de cuplés, nacida en Placetas, Las Villas, Cuba, que deslumbró los escenarios del mundo con su arte durante las primeras décadas del siglo XX.

Su padre, capitán de la Guardia Civil se la llevó a España poco después de su nacimiento. Allí debutó a la edad de 14 años cantando cuplés y desde el primer momento se llevó los aplausos del público.



A tan tierna edad Chelito no comprendía el contenido picaresco de muchas de las tonadas que cantaba, sin embargo lo hacía con tanta gracia que pronto se convirtió en una de las referentes del género.

“No comprendo por qué el público se ríe tanto con esas letras que no tienen nada de particular”, llegó a expresar en una ocasión al ser interpelada sobre su arte.

Estrella en La Habana

En 1910 regresó a su tierra natal, cuando ya era toda una estrella en España, y se presentó en los escenarios de moda de La Habana. De su arte disfrutaron los habituales de los teatros Payret, Molino Rojo y Alhambra.

A la puerta de estos establecimientos se aglomeraba el público con la esperanza de verla entrar y salir y los más elegantes caballeros de la sociedad habanera la colmaban de regalos y hasta le ofrecían matrimonio.

Tan bien le fue a Chelito en La Habana que empresas que no tenían nada que ver con el mundo del espectáculo comenzaron a utilizar su imagen para vender sus productos. Así su bella figura apareció en cajas de fósforos y cigarrillos, corbatas y hasta los promotores del Oriental Park le dieron el nombre de Chelito a uno de sus mejores pura sangre.

Considerada como una de las mujeres más deseadas de su tiempo, la imagen de Chelito fue reproducida hasta el cansancio en postales y revistas
Considerada como una de las mujeres más deseadas de su tiempo, la imagen de Chelito fue reproducida hasta el cansancio en postales y revistas

Sin embargo, no todos estaban felices con su espectáculo. Una mujer que rompía todas las barreras no encajaba dentro de los estrechos moldes de una sociedad mojigata. En el Diario de la Marina, uno de los voceros del clero en Cuba no tardaron en llamarla “Satanás libidinoso” y otras linduras.

En total permaneció en Cuba, donde también se presentó en algunos teatros de Las Villas, incluyendo el de su natal Placetas, que siempre había querido conocer. Fue aclamada en todos los escenarios y su figura perduró por mucho tiempo en el recuerdo de los cubanos.

Excesiva para España

A su regreso a España en 1911 sus admiradores la pasearon en hombros desde el Trianon Palace de Madrid hasta el Ideal Room.

Con sus ahorros levantó el Salón Chantecler un teatro a cielo abierto que fue destruido por un terrible incendio. Sin embargo, esto no la desanimó y volvió a reinaugurarlo en 1914. Desde entonces sería el centro de sus presentaciones, pues aunque aceptó esporádicos contratos en otros escenarios el Chanteceler se volvió su refugio personal.

Dedicada por completo a su negocio en 1918 anunció que dejaba para siempre los escenarios para centrarse en su labor como empresaria. Pero, no pudo cumplir con su palabra y cuatro años más tarde, ante los ruegos de sus fanáticos decidió volver a cantar.

Sería esta una feliz decisión, pues en 1924 alcanzaría el mayor éxito de su carrera con la canción La Chula tanguista, que se estrenó en el teatro Maravillas.

Su única incursión en el cine la realizó en 1927 en el rodaje del drama El Conde Maravillas. Y entonces se retiró definitivamente del negocio del arte para dedicarse a atender el Teatro Muñoz Seca de Madrid y administrar algunos inmuebles que poseía en esa ciudad.

Falleció en 1955 en España.

Dos años antes en una entrevista a la revista cubana Bohemia reveló que el rey de España Alfonso XIII la había amado con locura, pero que ella había preferido a un pobre cubano Dagoberto Campos que había muerto en un accidente.

Pero esta es una historia que contaremos pronto…

Escrito por | Redacción TodoCuba

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