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El caballero de París
Wikimedia Commons

El caballero de París: la historia de una locura en La Habana

José María López Lledín – conocido como el caballero de París- llegó a Cuba como muchos otros emigrantes. Es decir, en busca de fortuna, o por lo menos, de mejorar su situación. En su viaje lo acompañaron tres hermanos varones. ¡Sigue leyendo para saber más!



Su nacimiento data del año 1899, en la aldea de Vilaseca, provincia de Lugo, en España. Completó sus estudios en primaria y la mitad de la secundaria. Según los datos históricos, el caballero de París indica ser el cuarto de ocho hermanos.

Al llegar a la ciudad de La Habana, en Cuba, contaba con apenas 12 años de edad. Estando allí, ocupó varios trabajos, entre ellos: en una oficina de abogados, en una tienda de flores como encargado, en una tienda de libros y sirviente de restaurantes en diferentes hoteles en Cubo. Entre ellos, el Hotel Inglaterra y logró contratarse en varios otros hoteles de La Habana como el Hotel Telégrafo, el Manhattan y el Sevilla.

La exquisitez de sus modales y su vasta cultura fueron la herramienta que propició su fortuna, que a decir verdad, no lo acompañó por mucho tiempo.

¿Cómo empezó su locura?

Este joven, jovial, educado y amante de la poesía, fue acusado injustamente de robar las joyas de una dama de alto rango. Por esto, fue condenado a prisión, aún cuando proclamaba una y mil veces su inocencia. No obstante, las palabras valen poco cuando se es solo un simple sirviente, que pone en duda la honradez de una gran dama.

López estuvo en la cárcel por un período de 6 años; su mente, aturdida ante una realidad impuesta, no sostuvo su coherencia, debido a la angustia, la ira y la desesperación de saberse inocente.

En el año 1934, se abrieron las puertas de la cárcel para él. Esto sucedió tras el fallecimiento de la gran dama, que en su lecho de muerte, confesó que ella misma había entregado las joyas a un chantajista.

José María López Lledín
José María López Lledín. Fuente: Wikimedia Commons.

Luego de esto, el caballero comenzó deambular en las calles. Su porte distinguido y sus exquisitos modales habían perdurado a pesar de su demencia en una forma de esquizofrenia. Su porte se distinguía a pesar de su barba cada día más larga, y sus ropas raídas. Así, aquel joven que solo quería una vida cualquiera, se convertía sin saber en un símbolo que perduraría hasta nuestros días.

Nuestro caballero de París no pedía ni aceptaba limosnas, solamente algo para comer, que agradecía con su verbo elegante. Fue internado en el hospital psiquiátrico de Cuba en el año 1977, en Mazorra, ubicado en las afueras de La Habana. La razón principal de su internado fue básicamente motivado a su estado de deterioro y no porque resultase una amenaza para nadie.

“El caballero de París”

Toda Cuba lo recuerda viejo, con el perfil y las manos afiladas, entre las cuales había siempre libros, periódicos y alguna que otra naranja tomada de algún jardín. Se dice que deambuló por las calles durante más de 40 años, lo que le valió su popularidad y el amor de todos los cubanos.

Tras todos estos años de vagar por las calles de La Habana, fue internado en el Hospital Psiquiátrico de esta ciudad, donde murió, el 12 de Julio de 1985. Su figura se inmortalizó en una escultura metálica en las afueras del convento de San Francisco de Asís.

Allí, a pesar de su opacidad, resalta el brillo de su dedo meñique, contrastante con el resto de la estatua, pues miles de cubanos y extranjeros lo han acariciado en busca de suerte. Así, el joven que vino a Cuba buscando una vida común, a pesar de su propia suerte, se convirtió en mito y regala fortuna a los que a él acuden.

La estatua del Caballero de París en La Habana. Fuente: Wikimedia Commons.

Esta es solo parte de la historia del caballero de París, un personaje de Cuba que anduvo por sus calles. ¿Sabes más? ¡Cuéntanoslo todo! Asimismo, aprovechamos la oportunidad para invitarte a visitar nuestra sección de temas históricos. Allí encontrarás muchos otros artículos que también podrían ser de tu interés.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Mónica G. / Archivo TodoCuba

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