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A los soldados españoles que abandonaron Cuba tras la derrota de 1898, la Madre Patria los “premió” con humillación y pobreza

Tras la derrota en la Guerra Hispano – Cubano – Norteamericana, los soldados españoles que evacuaron la Isla se encontraron que la Madre Patria sólo tenía para ellos humillación y pobreza.



Ya el escritor Vicente Blasco Ibáñez lo había anticipado al estallar la Guerra de Independencia en Cuba: «Los que sobrevivan, si pueden volver a España, tienen asegurado el porvenir. Entre los que les despidieron ayer no faltará quien les compre los abonarés irrisorios con un descuento del 99 por 100. Si quedan inválidos, pueden aprender a tocar la guitarra para pedir una caridad a cualquiera de esas familias enriquecidas en Cuba y es posible que, desde sus carruajes, les arrojen dos céntimos».

Y así fue… Los que lograron regresar a España de la guerra de Cuba, famélicos y enfermos, en barcos insalubres sin atención sanitaria; se encontraron con un país en crisis que tras el desastre colonial del 98 no contaba con recursos económicos para asegurarles una existencia digna.

Un periódico de Compostela recogió en 1898 una tétrica noticia que ilustra el estado en que llegaban los soldados repatriados a España:

«Un pobre soldado regresado de Cuba llegó hasta la puerta de su casa paterna en Enfesta. La hora era bastante avanzada y como aquel desdichado careciese de fuerzas para darse a conocer por la voz, no le abrieron la puerta, a pesar de sus repetidos golpes, por temor a ser objeto de un robo. A la mañana siguiente, el cadáver del desdichado joven, muerto de hambre, apareció tendido delante de la puerta de su casa, produciéndose la desgarradora escena al ser visto por su familia».

El Estado español no tuvo ni la decencia de pagar a sus soldados los sueldos atrasados para que pudieran disponer de algún efectivo a su regreso a casa. Sólo les quedó a estas almas en pena convertirse en una masa de indigentes y vagabundos que se arrastraban por las calles para vivir de la mendicidad y la caridad pública.

«Esos infelices españoles son las únicas víctimas de las locuras patrioteras y de los errores gubernamentales, pues continúan siendo víctimas al poner el pie en la Península. Pero no por desdichas nacionales inevitables, sino por olvidos voluntarios», escribió Blasco Ibáñez cuyo verbo era un látigo forrado en verdades.

 

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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