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La misteriosa leyenda de la caja del musulmán, el fabuloso tesoro que se esconde en una playa de Pinar del Río

Entre los vecinos del poblado de Boca de Galafre en Pinar del Río existe una leyenda que ha ido pasando de boca en boca y de generación en generación, la de la caja del musulmán que, según cuenta se encuentra enterrada en la playa y esconde un fabuloso tesoro.



A lo largo de los años la caja se le ha revelado a varios vecinos del poblado costero, pero a todos los que ha intentado extraerla les han sucedido numerosas desgracias. De ahí que muchos aseguran que se encuentra maldita.

Así lo asegura Valeriano Crespo, un anciano del lugar quien asegura que hace medio siglo, cuando aún era muy joven se topó con ella. En ese entonces se dedicaba a llevar al estero en un bote a las personas que deseaban cazar cangrejos y solía esperarlas en la costa.

Cada vez que habla del tema, a Valeriano se le quiebra la voz y luego en la noche no logra conciliar el sueño

Una tarde mientras aguardaba por un grupo notó algo extraño en un hueco y comenzó a cavar. Al poco rato apareció una gran caja de bronce que contenía joyas y barras de oro.

Sólo puede decir eso, pues cuando recobró el conocimiento al cabo de once días se encontraba en el hospital. Los médicos le dijeron que los cazadores de cangrejo lo habían encontrado inconsciente y delirando, tirado sobre la arena.

Valeriano no dijo nada del tesoro, aunque está seguro de no haberlo soñado. Para él lo que sucedió fue que el gas contenido en el cofre tanto tiempo cerrado lo aturdió y luego el aguacero que cayó en la tarde sepultó de nuevo el tesoro.

En los últimos 100 años, son varias las personas que aseguran haber visto la caja en la costa sur de Pinar del Río

El tesoro se encuentra, sin dudas, maldito. Todos los que han dado con él a lo largo de cien años han sido incapaces de recuperarlo: Higinio el Cangrejero se quedó mudo después de encontrarla; Añá Baster intentó remolcarla con su lancha y si no llega a cortar la soga se hubiese hundido; un japonés y un americano que llegaron con detectores de metales se les reventaron las baterías de los equipos y hasta sufrieron quemaduras.

Después de ese infortunio, que presencio personalmente Valeriano, quien les servía de guía, el humilde pescador quedó convencido de que la caja del musulmán estaba maldita y nunca más intentó volver por ella.

Fuente: OnCuba

Escrito por | Redacción TodoCuba

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