
¿Sabías que la ciudad de Santiago de Cuba fue concebida con tres altura, una para cada uno de sus barrios?
sábado, 15 de septiembre de 2018
En Santiago de Cuba muchas de sus calles suben y bajan por lomas, y son ya empinadas o en bajante, onduladas, retadoras o resbaladizas, lo cual es imposible de ignorar por el nativo y sus visitantes.
La otrora villa con casi cinco siglos, nació en un entorno rocoso entre el Mar Caribe y la cordillera de la Sierra Maestra, con las mayores elevaciones de la Isla: el Pico Turquino -mil 974 metros sobre el nivel del mar-, Pico Cuba, de mil 872 metros, y el Pico Suecia, con mil 734 metros.
Rodeada por esa caprichosa topografía apegada a la bahía de bolsa del suroriente, la ciudad se enseñorea entre el mar y las montañas para dejar ver desde sitios del centro fundacional o no, convertidos en miradores naturales, el paisaje urbano y otros allende las principales carreteras y Autopista.
El español Diego Velázquez creó la villa cuando sus primeros habitantes se asentaron en un espacio frente a la ensenada con forma de herradura, que era un extenso valle rodeado por un sistema de cordilleras que conformaban un anfiteatro natural.
Desde entonces paisaje y ciudad se abrazaron de manera indisoluble reconociéndose uno al otro, tanto al desarrollarse el trazado de la urbe como la disposición de los espacios públicos y los modelos edificatorios.
La localidad caribeña cuenta con un sistema de tres terrazas que alcanzan, en la más alta, los 59 metros sobre el nivel del mar; la primera, desde la línea costera hasta los 15 metros de altura en la calle conocida por Gallo, ahora Diez de Octubre.
Un segundo nivel, de 15 a 42 metros, ubica miradores naturales de más celebridad en la zona de la Beneficencia, Balcón de Velázquez y T, ivolí, tradicional barrio con imágenes genuinas de la geografía santiaguera, tejados rojos, mar azul y el verde de las elevaciones.
Del tercero -hasta 59 metros- son la otrora vía Saturnino Lora o calle Nueva, donde desde cualquier punto se domina el paisaje fundacional, para definir techumbres, balcones, iglesias y, al final, perder las miradas entre el gran azul y las serranías.
Aunque se extendieron sus límites iniciales, sigue siendo la ciudad de las lomas, en la que, en resumen, en subida o bajada arrecia un calor sofocante, arde el sol y se escuchan pregones por doquier.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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