Vivir como Carmelina, una frase muy cubana…

viernes, 16 de junio de 2017

“Vivir como Carmelina” es una manera muy cubana de referirse a alguien que disfruta de su existencia  sin preocupaciones financieras, o de alguna otra índole. Pero… ¿de dónde salió esta expresión? Y de haber existido… ¿quién fue Carmelina?

Lo cierto es que Carmelina no solo existió, sino que disfrutó  de la opulencia, pues llegó a acumular tantos bienes que se convirtió en una de las mujeres más ricas de la Isla. Los residentes de la ciudad de Cárdenas, Matanzas, donde ella y su familia vivían, afirman que esta fue la que inspiró dicho refrán de la opulencia.

Razones no faltan. Doña Carmelina Arechabala, nieta de José Arechabala Aldama, era la miembro consentida de una familia que llegó a condensar una de las mayores fortunas de Cuba. Su abuelo José construyó un  primer  alambique  en 1878, edificando  un emporio industrial. El emblema de los Arechabala avalaba la calidad de sus rones y aguardientes, garantizando la fama y fortuna a la familia.

A esta emblemática destilería se le unieron otros bienes como  una  terminal marítima, astilleros, una planta de petróleo, un central  azucarero y una fábrica de confituras. Lo cierto es que había dinero “ hasta para hacer dulce”.

La joven Carmelina era una princesa envuelta en seda que viajaba de la casa de Cárdenas  a Varadero, La Habana o a España,  tierra de sus abuelos. Vivir como Carmelina se convirtió para la mayoría de los cubanos en una utopía o esperanza sublime.

Y aunque han existido algunos dilemas con respecto a la autenticidad y origen del refrán , este sigue en pie. Los descendientes de Arechavala no alimentan la leyenda que los cardenenses han tejido en torno a su famosa Carmelina , pues algunos aducen que este refrán de la opulencia nació en España, pero tampoco existen elementos para refutarlo con todas las de la ley.

Surgida en Cuba o en España, inspirada en una Carmelina igual de adinerada , la expresión se “aplatanó” en la Isla  y  miles de cardenences están convencidos de que su Carmelina, es la Carmelina del refrán.

Por: Alejandra Angulo Alonso