fbpx

«Perro que ladra no muerde» y «A caballo regalado no se le mira el colmillo», dos frases bien cubanas

Perro que ladra no muerde

Cuando nos acercamos a un perro desconocido por lo general éste comienza a ladrar, pero cuando de ladridos y bravuconearía se trata, los perros más pequeños son los que se llevan el premio. Normalmente cuando nos acercamos a ellos comienzan a recular amedrentados, al tiempo que los decibeles de la bravuconearía empiezan a apagarse.



La frase lo resume en muy pocas palabras: aquellos que mucho dicen, poco suelen hacer; hablan de todo y de todos pero a la hora de la verdad, terminan echándose para atrás. Pura fanfarronada, a fin de cuentas.

Según dice Joaquín Bastús en La Sabiduría de las Naciones, el que más vocifera no es el más temible. “Fúndase este refrán –escribe el ilustre español- en que no todas las amenazas se ejecutan, ya porque el amenazado se guarda y previene, ya también porque el que amenaza, pasada la cólera, entra en sí y se aplaca”.

Este refrán tiene varias versiones como “perro ladrador, poco mordedor”, o esta otra proveniente de la sabiduría turca: “El perro ladra, la caravana pasa”.

Representados principalmente por las razas chihuahuas, pequinés, ratoneros, siempre serán preferibles los perros que ladran y no muerden, figurillas chillonas e irrisorias antes de aquellos más taimados y pérfidos que “las matan callando”.

A caballo regalado no se le mira el colmillo

Este es un dicho muy usado por los habitantes de Nuestra isla. Así decimos, aunque algunos se inclinan por sustituir “el colmillo” por “los dientes”, y en España utilizan la variante “a caballo regalado no se le mira el dentado”.

Nacida desde la costumbre de observar detenidamente la dentadura del caballo para evaluar su salud y proceder entonces a comprarlo, es esta frase de origen remoto e inexacto.

Claro, suponiendo que el animal fuera regalado, es decir gratis; en ese caso, sería absolutamente descortés fijarnos en el estado de sus dientes, puesto que no hay que pagar precio alguno por él. O sea, por extensión, más vale no ser quisquilloso con los obsequios que recibimos, porque la gratitud es lo primero en esas circunstancias.

Hay algunas excepciones en las que se de hechar un vistazo a los colmillos, no valla ser que aceptando algún obsequio, el cual por ser gratis no lo hallamos revisado, terminemos cometiendo un error del que pudiésemos arrepentirnos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba