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Los tres inventos gallegos que más han perdurado en Cuba (+ Fotos)

Aunque los españoles se quedan pasmados cuando llegan a Cuba y sin importar que hayan nacido en Cataluña, el país vasco o Andalucía, se enteran que los cubanos les decimos gallegos; la verdad es que gallegos (nos guste o pese a los nacidos en la Isla) son los naturales de Galicia, en el norte de la península ibérica, una de las regiones que más inmigrantes aportó a la mayor de las Antillas sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX.



Los gallegos tenían fama de brutos entre los criollos y los propios españoles residentes en la Isla, quizás porque procedían en su mayoría de áreas rurales muy empobrecidas y carecían casi todos de instrucción. Llegaban a Cuba buscando mejorar su situación económica y se empleaban como obreros en los ingenios y peones en las obras públicas.

Por este origen humilde y la dura vida que les tocó vivir en Cuba, fueron los gallegos, junto con los isleños, los que más se mezclaron con las clases humildes en la Isla y de los que más influyeron en su cultura, por más que hayan llegado después. Tanto se hicieron notar por los cubanos que, al final, todos los nacidos en España terminaron siendo gallegos para ellos.

A Cuba trajeron los gallegos costumbres de su tierra que no tardaron en hacer propios los nacidos en la mayor de las Antillas:

Las alpargatas: Pobre como ellos solos, cuando bajaban de los barcos no tenían muchos gallegos más que la muda puesta, un morral al hombro y un par de alpargatas. Esta calzado era cómodo y fresco, además de muy barato y pronto los cubanos también comenzaron a andar en alpargatas.

Las alpargatas

El porrón: Estos recipientes hechos de barro resultaron toda una revolución en los campos de Cuba, pues el agua se mantenía fresca por más tiempo. Así que los guajiros cubanos hicieron suyo el invento y hasta bien entrado el siglo XX fue un utensilio muy común entre el campesinado cubano.

El porrón

La mulata: El mejor invento de los gallegos fue, sin dudas, la mulata. Aunque el mestizaje no lo iniciaron en la Cuba los naturales de Galicia, pues desde que los conquistadores bajaron de los barcos comenzaron a amancebarse con las indias; los gallegos lo llevaron a otro nivel.
En primer lugar, porque venían muchísimos hombres solos y necesitaban compañía femenina; y en segundo – y no menos importante – porque al mezclarse con los sectores más humildes de la sociedad cubana fue inevitable que surgiera el amor con las negras libres. Los gallegos carecían, además, de la racista mentalidad de los criollos y peninsulares que vivían en la Isla y no tenían complejos en unirse con mujeres “de color”. Estas también los preferían porque estar con un blanco, por muy pobre que fuera, era una forma de elevarse por encima de “su condición”.

La mulata

Con el tiempo muchos gallegos lograron triunfar en los negocios, pero nunca olvidaron que habían llegado sin nada y se preocuparon por el bienestar de sus paisanos de menos recursos, fundando sociedades de beneficencia y ayuda mutua y levantando espacios de socialización como el majestuoso palacio del Prado y San José, en La Habana.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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