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La celebración de los 15 años en Cuba: ¿un culto al derroche?

Uno de los festejos más popularizados en Cuba es el que agrupa a todas las prácticas que giran alrededor del decimoquinto cumpleaños. A lo largo del tiempo, esta conmemoración ha marcado una tendencia que se ha asentado en todas las capas de la sociedad cubana, no solo en las más adineradas.



Al haberse desplegado por toda la sociedad, este festejo ha generado reacciones y opiniones diversas. Unos lo consideran como el arribo a la madurez, mientras que, para otros, consiste uno de los acontecimientos más importantes de su vida, únicamente superado por la boda o el nacimiento de los hijos (en aquellos que lo deseen).

Pero quizás el tema que más contradicciones ha generado es el gasto de dinero. Aunque, para una gran mayoría, consiste un despilfarro completamente justificado –aunque ello suponga ahorrar durante años- para otros, la celebración de los quince años es toda una muestra de poderío económico y fastuosidad, en una Cuba tan marcada, clasistamente, por los vestigios del período especial.

Según exponen estudios sociológicos, la fiesta de los quince años se remonta a la época precolombina, en la que los aztecas solían presentar a los jóvenes en sociedad, además de prepararlos para la formación de una futura familia.

Esta costumbre fue asimilada por los conquistadores, quienes la llevaron al Viejo Continente y la impregnaron de elementos católicos. Con el paso de los años, retornó a América, y fue popularizándose en México y algunos países del continente, además de adentrarse en las comunidades hispanas asentadas en Estados Unidos.

Sin embargo, se desconoce el momento preciso en que comenzó a popularizarse en Cuba. Los primeros referentes que se tiene de esta conmemoración en la Isla, son artículos periodísticos que datan de los años 50’ del siglo pasado. Por aquella época, la celebración de los quince años era un lujo que abarcaba a pequeños sectores, pues, en primer lugar, era necesario tener una importante posición social para que la fiesta se volviese conocida y asistiesen figuras de la élite y la prensa. Además, existía una serie de parafernalias que solo se podían permitir aquellas clases cuya situación económica fuese favorable.

A partir de los años sesenta, el panorama de este festejo tiene algunos ajustes en el país. Comienza a darse un proceso de homogenización, intentando suprimir aquellas prácticas que marcasen diferencias entre los estratos de la sociedad.  De esa forma, se incluye un cupón en la libreta de abastecimientos que permitía que las quinceañeras adquiriesen un par de zapatos, entre dos o tres modelos disponibles. De igual forma, los trajes –que eran todos muy parecidos- se alquilaban en recintos estatales.

Sin embargo, con la llegada del denominado “período especial”, el país se vio en la necesidad de dejar de lado estos gastos, que pasaron a ser considerados como innecesarios. Es en estos momentos en que emerge toda una industria, en manos de los particulares, dirigida a la organización de los eventos de quince años, además de proveer una amplia gama de prendas, accesorios y ornamentos.

Este proceso volvió a implantar cierto grado de heterogeneidad entre las capas de la sociedad, pues, evidentemente, no todos podían emplear una elevada cifra de gastos en una fiesta de salón o una sesión fotográfica. De esa forma, se comenzaron a buscar alternativas: algunos optaron por alquilar una piscina o rentar una casa en la playa; otros simplemente prefirieron realizar un pequeño convite con las amistades más cercanas. Esto conllevó a que la que la suntuosa fiesta, en la que se alquila un salón y se suceden una serie de bailes, acompañados por el servicio gastronómico a los invitados, fuese delegada a determinadas capas de la sociedad.

En la actualidad, una elevadísima cifra de los jóvenes cubanos opta por, de una forma u otra, prestarle especial atención a este cumpleaños. Algunos consideran como “casi obligatoria” la sesión fotográfica, en la que los elementos de cubanía y cultura nacional están cada vez más ausentes.

Muchas familias comienzan a reunir dinero prácticamente desde el nacimiento de la futura quinceañera para que, llegado ese momento, pueda permitirse los mismos lujos que el resto. Otros optan por realizar majestuosas fiestas de salón, que en ocasiones son catalogadas como un acto de banalidad y exhibición de poderío, aunque, para un gran sector, sea un gasto que merece la pena permitirse.

Existe también una nueva tendencia, que ha conllevado a que la celebración de los quince años traspase las fronteras sexuales. Cada vez es más frecuente encontrarse con quinceañeros que, al igual que las féminas, optan por celebraciones y sesiones fotográficas.

Todo este conjunto de prácticas y nuevas tendencias ha generado incontables debates en todo el país, no solo entre las capas populares, sino también entre psicólogos, sociólogos y sexólogos.

Existen diversas posturas que se pueden optar frente a esta celebración. Hay quien se opone rotundamente a emplear tales gastos de dinero en solo un cumpleaños; otros prefieren realizar algo sencillo, para no dejarlo pasar desapercibido. Están también los que “tiran la casa por la ventana”, ya sea porque les interesa mucho esta celebración o por necesidad de ostentar. Y, por último, el más reciente debate se centra en la equidad de género respecto a las prácticas concernientes a esta celebración, que, de igual manera, ha suscitado acalorados debates.

Lo cierto es que la fiesta de los quince años se ha tornado toda una práctica popularizada en el país. Con el paso del tiempo, ha ido adquiriendo más adeptos, lo que también ha desplegado el desarrollo de una gran industria particular de servicios. Por lo visto, esta celebración continuará siendo recibida, con creces, por una importante parte de la sociedad cubana, aunque otros continúen considerándola como “un culto al derroche”.

Por: Talía Jiménez Romero

Escrito por | Redacción TodoCuba

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