Jesús del Monte: símbolo desafiante del tiempo

miércoles, 4 de octubre de 2017

La iglesia del Buen Pastor (más conocida como Jesús del Monte) se muestra taciturna como mirando a La Habana desde su balcón, la cual hoy es símbolo del municipio 10 de octubre y mantiene una vitalidad importante dentro de la comunidad.

Iglesia emblemática en la que han ocurrido varios acontecimientos de vital importancia histórica. Las tres conocidas sublevaciones de los vegueros, la desigualdad de opiniones entre el obispo Jerónimo Valdés y el capitán general producto a los marineros amotinados de la escuadra de Francisco Javier Cotilla y Cornejo y la toma de La Habana por los ingleses, son ejemplos de lo anterior.

Aunque no existen muchas pinturas originales de su estado por aquella época, gracias a la obra del grabador Federico Mialhe datada del 1839 podemos apreciar una parroquia más sólida, que nos brinda una visión del territorio colonial. A pesar de la situación social del territorio, que contaba con un nivel de pobreza bastante significativo, la esclavitud tenía mucha fuerza, los estragos de la epidemia de cólera y otras enfermedades que azotaban a los moradores por el 1833, la iglesia brindó sus servicios desinteresados a la población del lugar. Muchos no conocen que la iglesia de El Buen Pastor de Jesús del Monte fue construida en los terrenos que ocupó el ingenio San Francisco de Paula antes de ser demolido.

Debido a los daños ocasionados por el ciclón de 1926 a las estructuras de la iglesia, fueron retirados los evangelistas y el reloj, elementos que nunca se restituyeron. De esta forma, la iglesia adquirió el aspecto que ha conservado hasta hoy; tampoco se debe pensar que se ha mantenido inmutable. En la década del setenta, parte del techo se desplomó y fue necesario habilitar una capilla en la sacristía, solo gracias a la tenacidad de sus párrocos –115 en toda su existencia– y a su fiel feligresía, ha podido ir sorteando las vicisitudes que le ha impuesto la vida en el transcurso de sus 325 años de existencia.

Típico exponente de un templo sobreviviente al paso del tiempo, se empina esta construcción colonial la cual hasta la fecha sigue brindando cobijo a todo aquel transeúnte que se presente a sus puertas.