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Quien fue a Sevilla perdió la silla
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El origen de la frase: «Quien fue a Sevilla, perdió la silla»

En muchas ocasiones se ha usado esta expresión tan popular por personas de todas las edades, ya fuera en forma de juego o ciertamente para decir una verdad. Ha sido transmitida de generación en generación, pero la repetimos mal, debido a que el enunciado correcto debe decir: “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”.

Tío y sobrino pelean por la silla en Sevilla



Durante el reinado en Castilla de Enrique IV el Impotente (1454-1474).  Alonso de Fonseca y Ulloa, conocido como Alonso I o Alonso el Viejo, era el arzobispo de Sevilla. Alonso consiguió que Enrique le concediera a su sobrino, quien también se llamaba Alonso de Fonseca, el arzobispado de Santiago de Compostela. Eran tiempos conflictivos en la ciudad gallega, y el Mozo le pidió ayuda al tío para apaciguarla.

Alonso de Fonseca y Ulloa (el Viejo) y Alonso de Fonseca y Acevedo (el Mozo). Fuente: El Rincón de la Tradición.

Fonseca el Viejo viajó a Galicia para poner orden en el  arzobispado y entretanto, Alonso II quedaría encargado como arzobispo temporal en Sevilla. Ocurrió que el sobrino se enamoró de la ciudad hispalense, y cuando Alonso I arregló las cosas en Santiago y quiso regresar a su cargo, se encontró con la sorpresa: el Mozo se negaba a levantarse de la silla del arzobispado sevillano.

El enfrentamiento entre los Alonsos causó gran revuelo. No fué suficiente la intervención del Papa Pío XII, quien emitió una bula a la que el sobrino desobedeció. El propio rey Enrique IV tomó cartas en el asunto, viajando a Sevilla. Fué necesario el uso de las armas, y que algunos partidarios del Mozo fuesen ahorcados luego de un breve proceso, para que el Viejo pudiera regresar a Sevilla.

No te vayas a ir de Sevilla…

si te vas de Sevilla, pierdes la silla
Si te vas de Sevilla… pierdes la silla Fuente: MSN.

Esta expresión tan popular se refiere indudablemente, a que la ausencia, aunque se trate de un momento, puede propiciar que se pierda algún derecho, privilegio o propiedad. Esto quiere decir que hay que estar con ojos atentos, como se dijera en otra frase: el ojo del amo, engorda el caballo; ya que se corre peligro de quedar destronado, desempleado o peor, penosamente sustituido en la vida privada.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: Archivo TodoCuba

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