fbpx

Conozca a Olga la tamalera, la mujer detrás de la leyenda

Olga Moré Jiménez es el nombre completo de la famosa Olga la tamalera, la protagonista de la canción de José Antonio Fajardo. Nació en Cruces, en la antigua provincia de las Villas, el 23 de mayo de 1922. Y siendo una mujer adulta vino a vivir al barrio habanero de Los Sitios y allí hecho raíces, pero en 1949 la vida le jugó una mala pasada, perdió a su esposo y se quedó como la única responsable de tres hijos y una madre anciana. Tenía sola que pagar el alquiler del cuarto donde vivían y además darles de comer. Esa fue la razón que la hizo decidirse en ser una de las primeras mujeres, negra por demás, en vender tamales en hojas en La Habana, así lo contó en una entrevista.



Hizo lo que correspondía a una diestra cocinera, compró sus mazorcas de maíz tierno, ralló, cocinó la harina y le puso el toque mágico que distinguía sus productos del resto. Amarraba sus tamales en las noches para no robarle tiempo al día de ventas. Por las calles al principio la gente se burlaba de ella porque no era costumbre su proceder, comprarle un tamal en la calle costaba 10 centavos y en las fiestas donde era invitada 20 centavos. En la bulliciosa esquina de Prado y Neptuno se sentaba Olga a proponer sus tamales, en las sociedades de baile y recreo cercanas al lugar, como el Centro Gallego o la Rosalía de Castro,  también tenía muy buenas ventas con sus tamales, con y sin picante.

En 2007 Olga le contó a la revista La Jiribilla que al autor de la canción, José Antonio Fajardo, la había conocido cerca del parque La Normal, en La Habana. Se vieron en un saloncito de descargas donde Olga solía ir a bailar son, rumba y algún que otro bolero. La tamalera confesa en la entrevista que sus temas musicales preferidos eran Longina y Dos gardenias.

Algunos creen que el compositor nunca conoció realmente a su musa, sino que la obra nació de escuchar un pregón que reflejo en la canción: Pican, no pican, los tamalitos que vende Olga. Otros cuentan que la verdadera Olga no fue la conocida vendedora de La Habana sino que venía de una tamalera famosa en la ciudad portuaria de Cienfuegos y cuyo producto era de los preferidos por sus habitantes. En fin, allí está la leyenda pero Olga Moré siguió defendiendo hasta su muerte la receta y decía que nunca se la daría a nadie. Solo su hija y su ultimo esposo tenían alguna idea de lo que escondía su preparación. Disfrutaba que sus vecinos y amigos se la pasaran preguntándole el secreto que tenían dentro y que hacía que el que se comía uno se comía dos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba