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Conoce la curiosa Leyenda del tesoro escondido de Mérida en Guanahacabibes

En alguna parte debe estar escondido el crucifijo de oro a tamaño natural, los cinco barriles de alhajas, las botijas llenas de monedas… Quizás en la furnia o más hacia el oeste… Tal vez haya que caminar al sur de la península o irse al norte, por la ensenada de Cajón. La gente busca el tesoro en tierra firme y otros dicen que las riquezas naufragaron en las propias embarcaciones que las trasladaban, hace siglos.



Según cuentan, en 1642, ante la inminencia de ataques de corsarios y piratas, desde la ciudad mexicana de Mérida zarparon hacia La Habana varios barcos con parte del patrimonio de la catedral de esa urbe. Ya en alta mar comenzaron los conflictos y los tripulantes decidieron enrumbarse hacia Guanahacabibes, un lugar más cercano y, quizás, menos convulso. De acuerdo con la versión más difundida de la historia, solo uno de esos hombres logró llegar hasta la iglesia de Guane, dejar algunos documentos con las coordenadas del lugar donde había sido sepultado el tesoro y contar los contratiempos del viaje. Poco después falleció de tanta fatiga.

Desde entonces han pasado siglos y hoy nadie sabe dónde están los supuestos papeles, ni dónde se hizo el enterramiento. Aun así, los aventureros siguen tras las pistas porque, a fin de cuentas, Guanahacabibes es un lugar espléndido para eso: para perderse monte adentro y estar semanas y semanas contemplando la naturaleza virgen.

Así piensa Andrés, un hombre humilde que en cuando supo de la leyenda decidió encontrar la fortuna. Anda con un detector de metales y cada cierto tiempo se sumerge en aquellos parajes. Igual sucede con Tulupío, un camagüeyano cuyo nombre real es Andrés Díaz y que nunca más regresó a su tierra natal porque las historias de Guanahacabibes lo atraparon para siempre y a cada rato se va monte adentro con su jolongo y sus 57 años. En los periódicos se ha escrito sobre ellos porque andan con la certeza de que algún día descifrarán el misterio.

El historiador Pedro Manuel De Celis también ha participado en varias expediciones, cuatro, para ser exactos. Siempre han buscado entre la zona de Cabo Corrientes y María la Gorda, y según declaró a la prensa: “Hemos llegado a estar más de una semana, con todo tipo de medios: equipamiento para detectar metales, GPS y no ha aparecido (…) Pero nadie pue¬de afirmar rotundamente que no exista el tesoro. Primero habría que preguntarse si lo hemos estado buscando en el lugar correcto”.

Según ha dicho en entrevistas el Comandante del Ejército Rebelde, Julio Camacho Aguilera, “es en el mar, en los más de 200 galeones hundidos en las costas de Guanahacabibes, donde yacen las enormes riquezas, fruto de la piratería en esta remota porción del occidente cubano. En tierra, que yo sepa, nunca se ha hallado nada”.

Hace algún tiempo, especialistas cubanos y canadienses emprendieron ese camino y las exploraciones marítimas confirmaron que existen más de 200 embarcaciones hundidas. El barco menos profundo está sumergido a 600 metros.

Sin embargo, a pesar de los datos irrefutables y de las miles de expediciones, la gente sigue tras el tesoro de la Catedral de Mérida. Tal vez por el irresistible encanto de aquellas playas y el aire puro de la vegetación.

Más de tres siglos después, todavía no sabemos si realmente sucedió aquella expedición desde México hasta la península, pero más vale buscar pistas. ¿Quién sabe? A fin de cuentas, Guanahacabibes es un lugar perfecto para esconder tesoros y un espacio mágico para ir tras ellos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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