Cinco diferencias entre el cubano y el resto de los emigrantes
domingo, 26 de marzo de 2017
A pesar de que todo el mundo ve solo su pedacito, la inmigración es un fenómeno mundial, y no un problema que afecta de manera independiente a la sociedad cubana; aunque está claro que los cubanos llevan buena cifra entre los emigrantes del mundo, además de ser, entre todos, los más ruidosos.
Existen varios aspectos que son comunes entre los emigrantes, que crean un lazo fraternal entre ellos, y los identifica independientemente de su origen, nacionalidad, cultura o religión. Estas similitudes no son más que las cosas a las que han tenido que renunciar, hogar, familia, costumbres, amigos… Pero existen, también, grandes diferencias, que radican, sobre todo, en la manera de enfrentar la vida, y la forma de cubrir estas carencias.
Ahí es donde comienzan a acentuarse los contrastes entre los cubanos y el resto de los emigrantes, pues si cada emigrante emprende un camino, el cubano por su parte emprende dos, o tres… y no es que sea más ambicioso que los demás, es simplemente precavido, pues desde pequeño se acostumbró a ello: a buscar alternativas cuando tenía que hacer dos colas en coppelia para tomar helado, o cuando en los noventa, las hamburguesas se vendían por carnet de identidad.
Otra gran diferencia es que el cubano ha tenido que hacer de todo durante su vida, y por eso no se asusta, no se impresiona con nada, no le parece degradante ni ridícula ninguna oportunidad, porque valora el hecho de tenerla, y la provecha para salir adelante. De todas formas, si ya tuvieron que “lucharla” en Cuba, ¿qué cosa habrá que no puedan hacer?
La tercera, y una de las más importantes diferencias, es que casi todo el mundo valora los gastos que puede tener con su salario; el cubano no, más bien, valora los gastos que le son necesarios, y luego se mata trabajando para juntar el dinero que los cubra.
Dejar atrás a la familia supone un vacío sentimental para los emigrantes. La incertidumbre de no saber cuándo volverán a verse los aleja poco a poco y el vínculo entre se va deteriorando con el tiempo.
Con el cubano pasa distinto, y no es que no extrañe, “el gorrión” del cubano es de temer, pero se sobrepone a ello de una manera práctica, optimista, y, aunque le cueste un dineral, llama a Cuba todos los domingos.
La quinta diferencia entre los cubanos y el resto de los emigrantes, es una de las características que más pesan en la personalidad de los nacidos en la Isla: esa chispa que los hace seguir adelante a pesar de las dificultades.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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