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Ulises Toirac denuncia el hostigamiento al escritor Jorge Fernández Era por su activismo pacífico

El dramaturgo y humorista Ulises Toirac ha llamado la atención públicamente sobre la situación que enfrenta el intelectual cubano Jorge Fernández Era, quien ha logrado que un gesto simple y silencioso se transforme en todo un emblema de resistencia civil. En lugar de buscar notoriedad a través de protestas ruidosas o consignas, Fernández Era opta los días 18 de cada mes por una acción discreta: sentarse en tranquilidad en el Parque Central, al lado del monumento a José Martí. Es un acto de conciencia personal y de protesta que, según Toirac, molesta profundamente a quienes gobiernan y temen a cualquier señal de desacuerdo.



Toirac, quien mantiene una amistad cercana con Fernández Era, destaca en redes sociales: «Él no busca escándalo. Explica por qué lo hace, se presenta y se sienta junto a Martí, sin aspavientos. Tal modestia es la que realmente le otorga grandeza». Sin embargo, el contexto represivo impide desde hace tiempo la realización de ese gesto: a Jorge se le arresta antes incluso de dejar su casa y, como denuncia Toirac, las detenciones han venido acompañadas de insultos y golpes.

No son versiones infundadas. El propio afectado relató que en una ocasión, tras ser detenido violentamente, uno de los oficiales terminó en una situación absurda pidiéndole a Fernández Era que lo agrediera de vuelta. Estos detalles compartidos de manera privada y propagados con discreción exponen las contradicciones de un sistema que reprime hasta las manifestaciones más silenciosas.

Desde la perspectiva de Toirac, quien reconoce no tener formación jurídica pero sí sentido ético, el proceder de Jorge Fernández Era no viola la Constitución, que ampara la libre expresión: «¿Qué daño representa sentarse en calma? No representa un delito, y perseguirlo evidencia la intolerancia a lo diferente». Cada vez que se le impide efectuar esa caminata cívica, queda de manifiesto la falta de voluntad oficial para dialogar con opiniones críticas y honestas.

Toirac resume así el diagnóstico: «Basta cualquier acción en su contra para exponer, sin tapujos, la represión institucional frente al derecho ciudadano». Y es que la perseverancia de Fernández Era ha puesto en entredicho el relato de justicia social que las autoridades pretenden mostrar tanto al pueblo cubano como al exterior. Su caso incluso ha llegado a instancias internacionales como la ONU, donde ejemplos concretos de represión contrastan con el discurso dominante.

«Mi consejo: modifiquen cuanto antes la manera de gestionar estos hechos, porque están quedando en evidencia —y perdiendo— ante la opinión pública», concluye Toirac con su reconocida ironía. Lo cierto es que los intentos de silenciar a Fernández Era han tenido un efecto contrario: han fortalecido el simbolismo de su acto y debilitado la imagen de quienes recurren a la fuerza para frenar la palabra cívica.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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